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Trujillo Beat

“Una organización criminal no puede crecer tanto sin la corrupción de la policía ni de la iglesia”, Charlie Becerra

«El origen de la hidra», de Charlie Becerra, es el libro que faltaba para comprender lo que hay detrás de la noticia violenta. Desvela con historias reales las venas y músculos del sistema corrupto que mantienen en pie a las bandas que se han adueñado de Trujillo.

Yo publico bajo el seudónimo de Charlie Becerra. Tengo 28 años. Estudié la secundaria en Trujillo y luego me fui a Lima a estudiar Comunicaciones en la PUCP. Soy cristiano creyente pero no asisto a ninguna iglesia. Creo que no tengo ideología política, hay corruptos en todos lados. La literatura es una de las cosas más bellas que me enseñó mi padre, es una forma de vida, cualquier cosa que me sucede ya la estoy escribiendo en mi cabeza.

¿Qué pesó más en la concepción de “El origen de la hidra”, tu observación de la devastadora y violenta realidad o tu enorme iniciativa literaria por contar, de una vez por todas, una buena historia?

Yo siento que uno ni siquiera es observador de estas cosas. Uno es personaje, todos somos personajes de esta historia tan grande. La amenaza siempre está, que no la sientas tuya, como algo personal, eso es otra cosa. Yo tenía ansias literarias, pero para escribir ficción. Yo quería documentarme más, que los cuentos o las novelas que pudiera escribir estuvieran mejor documentadas, estuvieran mejor aterrizadas con la realidad, conocer de qué voy a escribir.

Sin embargo, este libro se fue anunciando poco a poco. Prácticamente, mientras la información descansaba se iba cocinando. Estos capítulos de diversos puntos de la historia se fueron develando lentamente, ese proceso de maceración, cuando tú los sumas con un entorno en el que te desarrollas, te desenvuelves, pues…

Ahora vivimos en un entorno poco seguro…

Sí, yo me encontraba con un amigo y me comentaba que lo estaban extorsionando, abres el periódico y te enteras que han dejado granadas en tal sitio; entonces yo no sé si esta realidad la puedes observar o si estás condenado a simplemente vivir dentro de ella. Ahora, simplemente el hecho de estar inmerso en esta realidad implica una observación, pero creo que también implica una especie de compromiso implícito con cada uno de nosotros. En un momento yo sentí eso, que tenía que escribir este libro, que no se había escrito al respecto.

Había tantas historias que había que hacer algo, y tuve esta y otras razones para escribir este libro. Para mí no sólo es contar lo que uno ve sino mirarnos. Este es un libro que habla sobre Trujillo y del norte, no exactamente sobre la delincuencia.

La obra deja la sensación de que hay aún hay muchas más historias por contar. ¿Crees que parte de un rompecabezas que podrías seguir armando?

Lo difícil es parar porque tú investigas un caso y este caso tiene un montón de aristas. Tú encuentras un personaje y este personaje aparece después, y sigue, entra a la cárcel y luego sale, allí está la parte complicada: delimitar hasta dónde puedo contar en este caso o hasta dónde quiero contar. Entonces mi idea principal fue que, si sigo por la historia, esta va a continuar y este libro sería el triple de grande.

Hay una historia de amor desgarradora, la de Zapata Monteza, un hombre que de manera solitaria realiza una lucha incesante por hallar a los asesinos de su hijo. Él, solo, puso en jaque a una banda delincuencial.

La gente que ha leído el libro me lo comenta constantemente, esa era mi idea. Yo quería demostrar el grado de corrupción al que se había llegado, en este caso, en Piura, que es una ciudad muy parecida a Trujillo en muchos sentidos. Por ejemplo, un caso como el de la Gran Cruz, una organización criminal, no puede llegar a ese nivel sin la corrupción de la policía, y sin la corrupción, por ejemplo, en este caso, de la iglesia, de los sodalicios, que permitieron, como él mismo dice “estos cholos tirapiedras, pulgosos, se convirtieran en una organización criminal con millones de soles en su haber”.

Ahora, lo que tú dices es cierto, el amor de un padre por su hijo, es un caso inspirador y a mí me alegra que se hable porque se demuestra que, aunque uno piensa que ante esto no se puede hacer nada, sí se puede hacer algo. Este es un hombre que, claro, es policía, tiene un entrenamiento especial, pero que ha podido plantarle cara a una organización criminal enorme, con muchísimos recursos, con mucha gente implicada y que finalmente, muchos de ellos han terminado en la cárcel. Entonces es un claro ejemplo de que sí se puede hacer algo. Ahora, obviamente sí, la historia tiene dos caras, estamos hablando del padre que ha perdido a su hijo, es el lado idílico de esta proposición, todo el mundo puede hacer algo, pero se desbarata cuando entiendes que este padre nunca dejará de llorar a su hijo.

En las historias que cuentas le quitas esa sotana de divinidad, ese aspecto sacro a la iglesia. Al final, la conforman personas, tienen empresas y negocios con gente inmersa en negocios turbios, pero son intocables.

Es que cuando sopesas el dinero en una organización como la iglesia, finalmente el dinero se va a transformar en el eje central de todo lo que suceda allí. Siempre sucede así. No solo con la iglesia católica, con las iglesias evangélicas también, ahora vemos muchos casos de enriquecimiento ilícito, lavado de activos; una iglesia evangélica que puede comprarse un estadio, eso es así. Mira yo he crecido en la iglesia, toda la vida he ido a la iglesia con mis padres, yo sé lo que es la iglesia, sé exactamente lo que es la iglesia. Y muchas veces no hay nada más opuesto a la idea de dios o del cristianismo que la propia iglesia. Siempre que dejas entrar al dinero, el dinero se vuelve el eje central.

En este caso estamos hablando de que los sodalicios sacaban un provecho económico enorme a esos terrenos que eran usurpados por una organización criminal. Estamos hablando de millones de dólares.

La iglesia participó en esos negocios con bandas delincuenciales realizando inversiones millonarias.

Claro, tú no puedes hacer negocios a esa escala sin saber con quién lo estás haciendo, es imposible. Tú no le vas a dar 10 millones de soles a una persona que no conoces, no tiene sentido eso.

¿Cuáles fueron los momentos más duros mientras construías “El origen de la Hidra”?

En el proceso de mi investigación tuve dificultades para completar citas con personal en activo, me cancelaban mucho las citas, tenía que esperarlos mucho rato, muchas veces no llegaban; estaba ocupados haciendo sus trabajos. Tenía que ir una y otra vez. Y por la contraparte, tenía curiosidad por conocer lo que iban a decir los otros, te pones a sentar con un tipo que se gana la vida extorsionando personas, que mandan matar a gente; era ese preámbulo el que siempre me costaba aceptar.

Pero finalmente se concretaron algunas reuniones y me dieron lo que yo necesitaba para poder cruzar información, entender mejor el panorama. Luego te sobrepones a la idea de que te estás arriesgando.

¿Crees que hay una relación entre la violencia que sufrimos con el terrorismo y la violencia delincuencial de la actualidad?

No sabría decirte si hay una relación directa, pero en ambas se secuestraba a la gente, se ejecutan prácticas similares. Algunos abogados con los que me he reunido, se refieren a este fenómeno de la criminalidad organizada como terrorismo urbano por su concepción primigenia.

El fiscal William Rabanal es un personaje y juega un papel central en el desarrollo de algunas historias, esto le da otra dimensión a la novela pues encarna la resistencia que se enfrenta a las bandas a riesgo de su propia vida. ¿Has conocido más Rabanales en tu investigación?

Sí, he visto algunos casos, pero justamente la idea de compartir las experiencias personales de Rabanal, de Zapata Monteza, de la señora Angelita Ávla, es un poco también difundir eso. Inspirar a la gente a que se ponga de pie, a que le plante cara a ese fenómeno; porque finalmente Rabanal es un tipo de carne y hueso… Claro, anda con 6 agentes de seguridad alrededor por obvias razones, pero la señora Angelita Ávila no tiene seguridad, y aún así en el caso del “Escuadrón de la muerte”, ella ha elevado su voz, ha denunciado públicamente y está en una lucha constante.

Lo mismo con Zapata Monteza, y eso que es policía, pero un policía al que, como has podido ver en el libro, han tratado de desaparecer como sea. Gracias a dios no lo han logrado, pero también son hombres y mujeres de carne y hueso. Yo tengo la intención de que se conozcan estos casos y se infunda valor, que se inspire a la gente; en especial, gente que puede hacer algo de manera directa: altos mandos policiales, jueces, fiscales, etc.

Más información sobre El origen de la hidra.

 

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