Jesús Escamilo narra, en su particular estilo, cómo vivió las diversas jornadas de la Feria Internacional del Libro Trujillo 2017
Los hechos que rebotan ante nuestros ojos raramente son bien contados.
Jesús Escamilo
Domingo 12 de noviembre
En este camino un intento puede empezar de cualquier forma. Son casi las ocho de la noche, un tipo acomoda su mochila junto a mí. Los dos somos pasajeros entre tantos. Si nos veríamos otra vez ni reconoceríamos nuestras incipientes y arrugadas caras. La autopista trujillana marca pautas mortales: velocidad, ligereza y casi siempre malas palabras. Es nuestra costumbre como trujillanos y como peruanos. Bulla y más bulla.
8:02 p.m. Línea de transporte BC, Nuevo California. Microbús verde con blanco. Pasamanos amarillo, una anciana es expulsada, a esa acción no se le puede decir que está bajando, a ella la echaron los gritos de un cobrador y la inaptitud desde siempre de los gobernantes. Un trafico de mierda y es domingo. La gente va como siempre empecinada en su vida. Van tan de prisa, ya no corren, intentan ganarle al tiempo, sacarle ventaja; volar en sendos y viejos transportes de cuatro ruedas.
Está por verse aún que nos depara estos días. Hoy, según el programa oficial de la FILT, 6ta Feria Internacional del Libro, Trujillo coloreara su vacío cultural con una Feria del Libro. Una ciudad en donde se respira cultura, pero también ingratitud; como una imagen distorsionada por las luces de un automóvil en la carretera, la cultura se alargó tanto que ahora queda un naufragio en ella misma. No es la ciudad de antes.
Hoy se enriquece más el morbo en las pantallas de televisión, la librería más antigua – Librería Peruana de Trujillo, ubicada en la cuadra 5 del jirón Pizarro – cierra sus puertas después de más de 80 años, así informa el diario El Comercio dos días antes del primer día de la feria, y, sin embargo, ensayar fecundas perspectivas con nuestra realidad daría chance a quedarse quieto y nunca avanzar. Y Trujillo no ha muerto, se sigue comprando y comiendo, pagando un sol en el micro y atravesando idiosincrasias.
Se inaugura la feria, un cambio de escenario, Plazuela El Recreo. Nunca fui muy puntual, así que no sé a qué hora comenzó todo. Lo único que todos sabemos es que fue en la mañana. Habrá sido entre esos de las 10:00 y 11:00 a.m.
Cuando llegué al lugar, algunos stands aún estaban acomodando su rutina para los próximos días. Rebuscar el precio de los libros entre los catálogos u hojas de venta. Aficionar la mente una y otra vez como cantaleta marketera: el intento es vender, sobre todo vender. No se sabe si esto será verdad, el bolsillo de los trujillanos buscará opciones, ante todo lo primero es muchas veces almorzar. Un menú promedio va desde los 6. 00 soles, los mismos que si se multiplica cuatro veces sirven para comprar un libro, y quizá no sea el que se deseaba. Pero es cuestión de buscar y deshacerse de antojos un par de días para comprar lo que uno quiere.
Yo, por ejemplo, ya gasté 50 lucas – así es conocido la moneda en las calles- y no es ni las doce del mediodía. El libro indicado: Sangre, crimen y balas, de Ray Collins, de eso también abunda mucho en mi ciudad y no es una película norteamericana; son las mismas calles, sino no estaría tan fresca mi memoria. 10 de noviembre, dos días atrás un par de hombres extorsionaban y daban indicaciones precisas de cómo debía dejarse el dinero en el último tacho de basura de la Plazuela El Recreo. En Trujillo se tiene que hablar de lo bueno y de lo malo, aunque nunca se sepa cual de los temas va primero. Y gente entra y sale de su propia violencia y cultura todos los días.
125 años de César Vallejo, al menos tenemos hechos que se pueden contar.
Lunes 13 de noviembre
El clima va cambiado. Ya era hora. Ya nos tocaba un poco de calor, pero como somos quejones seguramente hasta de eso renegaremos. Dos o tres semanas antes de todo esto me dirigía al centro, no me acuerdo a qué iba, sé que no me acordaré de ningún hecho probable. Pero las palabras del taxista eran claras. Usó una frase que describe muy bien a la ciudad patrocinada por la primavera: solo tenemos dos estaciones amigo mío, verano e invierno. Es cierto, aquel taxista no erro en resultados, y aunque no fuese vidente es algo que repiten muchos taxistas en la ciudad. Hoy, así como el sol reflejó cándidas y calurosas caminatas, también hizo que un par de comensales más llegasen a El Establo, Huerto Restaurant.
La carretera es pequeña y de doble sentido, y conduce a la Campiña de Moche, el restaurant que parece más un fundo tiene a Doña Arminda Sandoval Villacorta como su principal cocinera, pero ella no sabe nada de la actual Feria del Libro, tampoco sus comensales, cuatro hombres y seis mujeres, y un gato mira con desprestigio la pregunta que fue realizada. Para variar aquí la vida sigue igual sin estremecimientos ni voces literarias. Solo se queman los neumáticos de las combis asesinas.
9:00 p.m. según el programa oficial de la FILT 2017, Rastu Ñiti estará cantando y tocando para los asistentes a la feria. Seguro su cabello estará flotando y su voz relatará una deriva de emociones, pero a esta hora también y horas antes, están velando a José Reyes Gómez en las afueras de su casa que está junto a un chifa y frente a una cevichería en plena Avenida 9 de Octubre en Trujillo. Su esposa Doña Marina ya no llora, a cambio de las lagrimas se abraza a la fe de una iglesia evangélica que toma posesión a cabalidad del ambiente mortuorio. Yo me acerco con la incapacidad de palabras y albergo muchas preguntas para la viuda, pero no, no debes ni se puede hacer preguntas en un velatorio. Al menos yo no las hago.
Sé por parte de algunos miembros que toman café que Don Mariño – así le decían- había decaído mucho en salud, caminaba más lento que una tortuga con parálisis y su falta de salud enfermaba su vida y la de su esposa. No sé muy bien cómo murió, pero se fue el domingo. Debía tener más de 70 años y siempre cuando se le veía por la calle usaba una gorra. Su esposa caminaba con él; de sus hijos no sé ni sus nombres.
La noche sigue. Ya pasó más de una hora, y el pastor evangélico lee: Lucas 23: 24. Los peregrinos difieren entre prestar atención o seguir conversando. El tema de fondo es qué será de nuestra vida después de la muerte. Grave pesar, yo no lo sé. Ellos parecen que sí. Seguramente la fe en estos tiempos vale mucho más que el efecto rebote de mis interrogaciones.
Acaba la predica del pastor y es fácil conversar con quien tienes a lado. Compartes café y el duelo por alguien, y aunque Don Mariño se ha ido, nos deja las gélidas estadísticas. Según el INEI 14 personas mueren en el Perú cada hora, aquí también entra el muerto que está siendo velado. En lo que transcurre el día morirán 336 personas y en lo que dura la feria 3, 696peruanos serán consecutivamente sepultados, al menos eso se espera. En doce horas, tiempo en que dura la vida de la feria en un día, las estadísticas oscilarán entre la vida y la muerte, 168 peruanos dejarán de existir. La guerra de los muertos se ensaya desde la vida.
Lo único que sé con certeza es que, si el hombre que yace tendido en el féretro estuviese con vida, no hubiese ido a la feria del libro. Valgan verdades, los enfermos visitan mucho antes un hospital que una publicitada Feria Internacional del Libro.
Martes 14 de noviembre
Avanza, estamos llegando tarde al colegio le dice una madre a su hijo. Observan de un lado a otro, están cruzando la pista. Arriba un puente peatonal es irrespetando, invadido por las moscas y el aire. Esa madre corriendo y arranchado el brazo de su hijo es la repetición de un acontecimiento que va de lunes a viernes. El afán de las madres por dejar a sus hijos en los colegios permite distanciarse del camino correcto. El puente sancionado a ser una estructura que sirve de adorno es conocido como el puente La Cruz, existe otro llamado Capricornio. Ambos pertenecen al distrito de La Esperanza.
Diez para la siete de la mañana, la berma central agrava la situación, apela a dejarse ser toreada por los transeúntes. Por aquí no hay ningún afiche de la Feria del Libro. Provisionalmente la vida se pasa con un desayuno de a sol o dos soles. Una quinua con un pan pollo. Por lo menos tenemos que comer por las mañanas hablan las trabajadoras del SEGAT, y regresan a chambear con permiso de sí mismas y lo que resta este distrito.
7:30 p.m. los escritores Iván Thays y Javier Cercas, ya han comenzado a dialogar. Un curioso me preguntó con inclemencia si el de la izquierda fue quien estuvo con Mónica Cabrejos, yo quiero meterle un puñetazo en la cara. No me da igual lo que pregunta. Lo considero insignificante desde su consulta. Qué carajos hace a un escritor ¿sus escándalos? Jódete pensé y no se lo dije. Mucho menos hundí mi puño en una cara que nunca más veré.
Javier Cercas sigue hablando, es el invitado de honor. Una camisa blanca, un dejo español como cualquier acento español. Se acuerda de César Vallejo, de su vida cuando era profesor, sus estudios en filología. Entonces otra vez como muchas veces me doy cuenta de que un escritor habla de su vida y cómo interrumpe la vida de los demás. Sus historias son muchas, pero se inmiscuye profundamente en intentos por escribir de los otros, aunque en el fondo es él mismo.
Así concluye la mesa redonda en el auditorio I “César Vallejo” y la gente que está aquí no es más que la que está en ese billar poblado por estudiantes universitarios y algunos ejecutivos, esos que aún siguen jugando a pegarle a una bola con un taco de billar. El Olimpo, ese billar que triangula su existencia al frente de residenciales y a tres minutos de la entrada principal de la Universidad Nacional de Trujillo afronta hoy martes la superpoblación de cigarros y bolas en las mesas.
Los jugadores entre las 5:00 p.m. y 8:00 p.m. son casi el triple de las personas que estuvimos escuchando a Cercas y a Thays. Y ninguno de esos hombres con un taco de billar cargaba un libro en sus manos, habrá que suponerse que algún libro se refugiaba en sus mochilas. Los que están en la feria no cargan un taco de billar, y sus mochilas tampoco pueden ser visitadas. Son infranqueables a la curiosidad.
En cuatro horas todo volverá a la normalidad, la feria habrá cerrado por hoy, y El Olimpo bondadosamente otra noche más destruirá la rutina y los bolsillos que se dejan llevar por algo más que vida. Enardecidos nos mentimos entre nosotros. Solo buscamos agradarnos, ser ganadores sin necesidad de fingir una voluntad desmedida.
Miércoles 15 de noviembre
Hoy Perú es más que un país. Los taxistas te dan pronósticos. Las señoras que venden en el mercado están usando polos de la selección peruana de futbol. Las portadas de los periódicos no adolecen pronósticos y expectativas. Es una fiesta y aún no se juega. Es todo excesivo para poder soportar. Una habilidad perdida que no habíamos tenido antes. Hasta el mismo Javier Cercas que está por segundo día en la FILT no cree que se viva el fútbol en este país así: incorregible, con algarabía, con dolor, rozando la locura, acechados por no saber si las lagrimas de la noche serán de desazón o de alegría. Perú es un país donde la locura es más abundante que el titanio. Somos desmesurados para todo. Se nos atraganta las pasiones y algo más.
Javier Cercas termina de hablar – de su obra; el trasfondo de su última novela “El monarca de las sombras” – y yo regreso a casa. Es tanto lo que provoca la selección que hasta la programación de la FILT está hecha para ver el partido. 8: 30 p.m. ya en casa, imagino que esa Plazuela El Recreo donde hoy debe existir más libros de los que he podido leer este año no tiene a nadie entre sus pasillos y stands. Y conforme avanza la noche y llega la hora del partido contra los neozelandeses, las calles están vacías, son envases sin ningún líquido, una tumba sin muerto, una lapida sin epitafio.
Es hora. Ya es hora. Todos cantan el himno nacional: los incrédulos, los hinchas acérrimos, los que están en el estadio, los que fueron a buscar o comparar libros a la FIT, los que ven el televisor como una imagen de un ídolo. Todos piden un milagro. Nadie está buscando el fracaso, hoy no, al menos hoy no.
11: 00 p.m. – Se acabaron 36 años de llantos por la selección. Perú está en el mundial de Rusia. La gente celebra tanto que intento diagnosticar si la locura es propia y desatada por las pasiones. Mañana habrá una resaca de victoria.
Jueves 16 de noviembre
Ayer este país nunca había llorado tanto. Las probabilidades dirán que llenamos de lágrimas el océano pacífico. Que las exageraciones son reales y contrastables. Y es cierto. Todo parece ser real hoy, las bromas aquellas que mendiga promesas y apostaban a que si Perú iba al mundial uno iba hacer una o tal cosa, ya no podrán hacerse. Felizmente toda maldición, condena o llámese como quiera acaba en los brazos de la otra frontera. La selección asumirá una categoría… si el cine es el séptimo arte, ser un peruano sin voz por gritar dos goles será la osadía de advertir un octavo arte.
De repente también con esmero se necesita creer que algún día cada peruano leerá más de lo que dicen hoy las estadísticas. Las ferias como estas gozarán de más popularidad que una película –Django: La otra cara. Se sabrá casi de memoria nombres de grandes obras y ensayos. Y cuando uno subas a taxi, la discusión con el chofer será cuál es tu poema favorito de Eilelson o Blanca Varela. El futuro cuesta una migaja de la realidad, mi hijo lo sabe.
Ayer cuando miraba el televisor, y después del gol, de aquel primer gol, él me decía por qué lloras papá. Yo le dije que algún día entenderá lo que significa el fútbol y ver a su selección jugar, y que jugarse la vida en una cancha es lo más parecido a una guerra sin misiles. Él poco entendía de eso. Tampoco entiende mi elección por comprarle un libro. De hecho, prefiere un juguete de Spiderman; y yo pienso que mi compra es un quejido. Mi padre nunca me compró un libro ni una revista, y en cambio mi padre adoptivo que era mi tío me ofrecía la biblia como una eterna comida diaria.
Camilo, mi hijo, sabrá entonces en la dedicatoria de este libro –Putas asesinas de Roberto Bolaño– que este regalo será para mí la mayor causa de reclamo a su abuelo. Al menos espero entregárselo en el futuro. No espantarlo con el título es algo para pensar. Y mientras visitamos la feria a las 5:00 p.m. en mi mente creía que el taller de dibujo o pintura, o que él me acompañe a alguna presentación de libro, harían que este quieto por un momento. Absurdo pensamiento.
Vamos por un helado papá, me dice. Y solo cuando salimos caigo en un gran gesto característico de las ferias y de los mercados: siempre una boca estará hablando de continuo en continuo, como decía Juan Gonzalo Rose, ya ni el silencio tiene lo de antaño. Aquí en la feria también se habla de la selección de fútbol. Mañana volveremos a lo de siempre: vivir; así, a secas.
11: 50 p.m. Camilo está en la casa de su madre, él vive ahí. A mí me visita o yo hago que él este conmigo algunos días a la semana. Estando solo la inspiración sabe a muchos cigarrillos y a desesperación, y la lectura casi como todas las veces como la propia escritura me traslada a fumar algunos puchos. Estos días en la feria solo encendí unos cinco o seis cigarros, nadie me ha impedido que siga fumando en tanto este condenado a seguir caminando entre tantos autores muertos. Es fácil explicar que, si no me molestan con lo del cigarro, tampoco se dan cuenta de mi presencia. Al menos puedo decirle a mi hijo que soy lo más parecido a un fantasma escuchando su propia voz.
Viernes 17 de noviembre del 2017
Todas las anotaciones de estos días resultan estar en el tacho de basura. Un apunte (teclear) en el iPhone te salva de sacar la libreta y el lapicero. Aún existe gente que prefiere el anonimato. Recobra parte de su vida en el secretismo o en lo que para ella o él es la cálida serenidad de solo decir sí o no.
8: 00 p.m. A las afueras de la Feria del Libro camino y si la vida de la señora que vende anticucho se aferra a un sazonador y el fuego, la mía es una entrega de preguntas unísonas. No pretendo mentirme, pero lo hago. Mi paso lento, mi pecho abierto. Los botines que siempre limpio antes de salir de casa. La pregunta transita por mí una vez estando dentro de la Plazuela El Recreo ¿Qué estaré haciendo en está vida? ¿Qué harán los demás para ser felices?
No he aprendido nada de esta vida.
Asemejamos los vaivenes del presente solo con el pasado. Es fácil acordarse, si es una historia forjada con grandes declaraciones. A las 5: 00 p.m. en el Auditorio II de la feria se presentaba los libros ganadores de la Bienal de cuento y ensayo Premio Cope 2016 “El cuadro de Marilyn” de Santiago Merino y “Detectives perdidos en la ciudad oscura” de Diego Trelles. Ahora son los 8:15 p.m. en el auditorio I, Ricardo González Vigil hace gala de su forma de análisis de un tema que para él es primordial: Vallejo, un joven de 125 años. Todo va normal. Muchos entran y salen del auditorio. Los de adelante casi no se mueven.
En los otros stands se sigue vendiendo libros, revistas, polos. Se comercializa con la palabra, y la economía resiste. La señora Tani con uniforme verde también hace lo mismo, y aunque no sé si en estos días pudo comprar un libro- y hasta ahora me pregunto si debería haberle preguntado por libros – sé por su propia boca que hoy no hubo tanto personal de limpieza dentro de la feria.
Son 15 tachos dispuestos para que la gente y los inquilinos de turno(vendedores) boten su basura. Tani dice que por qué si la gente que está aquí tiene un poquito más de cultura, sigue haciendo los mismos desmadres que los de afuera. Ella entra a la 1:00 pm. y se va a las 9:00 p.m. Su uniforme del SEGAT no es el más limpio, pero tampoco está muy sucio. Y aunque ahora se esquiva un poco para hablar, ya que tiene aún más basura por barrer, relata con su mirada y su caminar un viaje que la vida para muchos se inmortaliza haciendo lo que muchos no han querido hacer: limpiar la basura de las calles, es un trabajo que no admite alabanzas en plena época de la modernidad.
Juan Gonzales Vigil sigue hablando, la poesía peruana celebra el cuerpo, dice. A unas cuadras más abajo la vida de los trujillanos va igual, contándose por la percusión de los pasos. Un hombre pide una frazada para taparse, Jirón Pizarro 777, son más de las 9: 00 p.m. En estos minutos vive echado y aparentemente expresa un halito de embriaguez. Parece ya no recuperarse y se calla. La feria a esta misma hora ya apaga su ruido, no provoca cargamentos ni eclipses ni gran belleza. Desde aquí se lee lo que muy pronto desaparecerá: FILT, 6ta Feria Internacional del Libro de Trujillo.
Es viernes, un tipo llamado Camilo Cruz, se apodera del Coliseo Gran Chimú. Aquí hay más gente que juntando a todos los que fueron a llenar un día entero los dos auditorios de la feria. Se habla de autoestima, de sueños. La muchedumbre aplaude; a cada rato los grandes hombres de seguridad invitan a los curiosos a entrar. Y al frente, en la Avenida Manuel Vera sucede la cotidianidad. Cuatro travestis, grandes, muy grandes, dan alaridos para que los transeúntes noten más su presencia. Uno de ellos molesta a un cobrador de micro.
11: 23 p.m. Siempre alguien permanece despierto en esta ciudad, y la feria pronto terminará.
Provechosas lecciones nocturnas
se nos ofrece al salir de casa-
se lee una pared.
Sábado 18 y domingo 19 de noviembre
Taxis/ mercado/ la inexistencia.
Un efecto mpemba: Las paradojas del agua y de la vida.
Llega el fin de semana y una ciudad no puede estar quieta. Se produce una vocación en el ciudadano por salir de casa. La exuberante manía de llenar las calles y abandonar lo doméstico. En Trujillo los sábados y domingos se inquietan hasta hincharse como un globo con gas, o la panza de un tipo gordo que al seguir comiendo tiene que desajustar sus pantalones, desabrochar la correa y seguir comiendo. La Libertad es la cuarta provincia con mayor población según los datos del INEI en el 2015, y el 30 de junio del 2016 ya era la segunda con 1 millón 882 mil 405 habitantes. Todas las estadísticas se ven en las calles. Mucha gente va y viene. Se han llenado centros comerciales, hospitales, discotecas y cementerios. Trujillo parece estar conmocionada por su propia orondez.
Comparándose con otra ciudad del mundo, somos iguales con un tanto más de desorden y estridencia al hablar:
Habla pe’ / ¡Seño a cuánto el …! / ¡Tres chelas bien heladas! /Aquí no más/¡Ese on ya está huasca!/ Restos y frases del fin semana.
El sábado y domingo muchos taxistas trabajan y ganan más dinero. Se levantan muy temprano y se acuestan muy tarde, o empiezan a las 10 de la noche y terminan a las 4 o 5 de la madrugada. En el mercado la vida es igual. A quién madruga Dios le ayuda, dice un dicho popular. Además de todo, el espectáculo de la vida se lee en los periódicos de la ciudad – La Industria, El Satélite, y Correo- la sociedad es una vitrina expuesta a sus propios ojos. Trujillo no es discreto ni para sus pobladores. En la mañana del sábado no existe la fama. Los domingos son peores; el sol aún no sale y la gente se alista para salir de sus casas.
Este sábado un tipo flaco y desgastado conduce un tico. La placa del automóvil es T3M- 662 y pertenece a la empresa Taxi Thalía. El conductor de ya 67 años lleva 15 años conduciendo en las calles de Trujillo, y se ve al espejo y mientras habla siente que envejece cada segundo. Parece que tuviese 80 años, dice. Es un hombre tan delgado que parece que tantas palabras al salir de su boca le causarán una enfermedad mortal.
David Estela con sus manos al volante recuerda que se vino de Piura a Trujillo a trabajar. Antes era conductor en PetroPerú y con los 40 mil soles por 23 años de servicio intento probar suerte en lo que más sabe: conducir. Compró un carro petrolero y se fue como dice él, a la mierda. De todas formas, casi sin nada en el bolsillo alquilo un carro, un tico como el que maneja hoy a las 12:00 del mediodía, y así vive. Llegado a este punto Juan Estela declara ir a la iglesia y rezar. A lado de él, entre la Av. España van otros conduciendo, y escuchando música, eso tampoco tiene el tico donde pasa todos los días Juan Estela. Mucho menos hay una biblia ni un folleto.
En consecuencia, el ambiente interno dentro del carro amarillo debe ser agitado por las palabras de un tipo que maneja y que ve dentro de sus posibilidades dejar por fin el tico para principios del próximo año. Hasta hoy, siendo las 12:07 p.m. el tipo que pronto dejará 20 soles a su nieta no ha hecho ninguna carrera directamente a la FIT 2017.
Casi a la misma hora del domingo, el conductor del carro de placa T3R – 567, empresa Setit – Trujillo, hace su primera carrera a la FILT. En la tarde a eso de las cinco, cuando diez muchachos juegan en una loza en Las Quintanas, Alex, un taxista que maneja un Kia azul, solo se había enterado de alguna presencia paraguaya en la feria. He pasado varias veces por ahí, pero nadie hasta hoy me dijo que lo lleve directamente hasta allá.
Lo más común a donde van casi todos los que suben al taxi y siendo fin de semana, es el Mall Plaza o el Real; responden los tres taxistas. Un relato que costó en promedio la condición más buscada, mera honestidad.
Las normas de la calle también dictan que el domingo a pocas cuadras de la Plazuela El Recreo, un centenar de personas negocien con prendas usadas. La calle Amazonas está a 300 metros de la Feria del Libro, y aquí entre vendedores la reproducción de: lleve, lleve, lleve, pregunte no ma casera, es eterna. Los precios se disparan desde la mente de los vendedores, para cualquier la inteligencia en esta calle radica en saber negociar un precio, bajarle un par de soles más a la prenda, peluche o artefacto de segunda. Por ende, las señoras que venden como si tuviesen combustible en sus ojos, carbonizan y miden al comprador, pituco misio o un misio que se quiere vestir como pituco. Hay de modo similar curiosos y los que venden su ropa. El comercio es un trabajo afanoso.
Doña Flor por otro lado no vende ropa. Ella tiene un puesto frente al mercado La Unión, vende comida, y un combinado – papa a la huancaína, ceviche, y tallarín- vale siete soles. Y mientras intento preguntarle si estando tan cerca a la Feria del Libro a podido ir, unos comensales llegan, se sientan y esperar para comenzar a aspirar con su boca este plato increíblemente tomado muy enserio en las pizarras de cualquier puestito del mercado o un restaurante más o menos reconocido.
El televisor acompaña, es mediodía y se emite un capitulo del chavo del ocho. Doña Flor con un mandil blanco, me responde que sí fue a la feria. Adjetiva lo visto en su recorrido como bonito. El sábado me di me escapada, pero hoy no puede ir, dice.
Enseguida la rutina es la misma, volver a lavar los platos y servir más combinados, hasta que sean las dos de la tarde. Herencia invulnerable sin definición, desde que se descubrió el detergente o el ayudín se lava así, con regalías a la pastosidad.
Las presentaciones del sábado y domingo dentro de la Feria del Libro, disgrego lo que fue hasta ese entonces lo normal. Renato Cisneros con su presencia colmo de caras jóvenes el auditorio I y una fila de ansiosas muchachas y señoras esperaban una firma dentro de la novela “La distancia que nos separa” o “Dejarás la tierra. Katya Aadaui haría algo parecido el domingo a las 8: 00 p.m. con “Aquí hay icebergs” Particularmente esto no impediría lo que ocurre los fines de semanas: la vida se reproduce con agitación.
Lunes 20 de noviembre
“El presente es perpetuo” Octavio Paz
¿Habría forma de negarle a un hombre una pregunta? para qué. Si los religiosos creen en la respuesta de Dios, un transeúnte como yo se encarnaría en la duda y la observación. ¿Cuántos stands hay en la actual Feria del Libro? Ir contando cosas parece una exposición al ridículo. Un suceso maltrecho, pero para desmontar el aburrimiento y la falta de felicidad, sirve al menos como transición perfecta o como hechizo mundano en un día donde Trujillo ofrece shambar (Apetecible resurrección de frejoles y pellejo de chancho) y potecitos de cancha en los menús.
Martes 21 de noviembre
Descomunal para sobrellevar, el arte como lectura no estremece hoy en día ni a la mayoría de los ciudadanos medianamente informados.
7:30 p.m. se comienza a alternar con el dominio contable. La razón perversa y fútil por la cual no te pagan y ni se ayuda aún jornalero. Hoy sí se contarán los stands de la FIT 2017, mientras un clásico de la poesía peruana sigue sin moverse, su frente para esta feria negocia un color naranja, uno de sus ojos también aturde el color de las mandarinas, su boca negra y el resto del espacio, que termina siendo su rostro adjuntan la vida de un anacoreta fichado lejos de las acuarelas. César Vallejo está impreso en esta feria para que la gente no se olvide de él.
Ir enlistando como cuando una madre corrige siempre a su hijo, detrás del seis, siempre irá el cinco. Pero los que recién aprenden a contar, no usan reglas, es fácil confundirse de números, adelante de tres para cualquier niño que todavía aprender a memorizar y a razonar puede ir cualquier número. La contabilidad de stands ofrece redención frente al cruel razonamiento. 1) El mundo de los libros. 2) Embajada de Paraguay. 3) Fondo de Cultura Económica. 4) Editoras textos. 5) Fondo Editorial Universidad Católica. 6)Universidad César Vallejo. 7) La casa de las Luciérnagas.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!
8)Distribuidora Inca. 9) Instituto de Estudios Peruanos. 10) PetroPerú. 11) Penguin Random House. 12) Librería SBS. 13) Grupo Planeta. 14) Fondo Editorial UPAO. 15) Los libros más pequeños del mundo. 16) Olivia comunicaciones. 17) Hada madrina.
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
18) La Industria. 19) Revista Amarte 20) Librería Digital. 21) Librería Willys. 22) Distribuidora PC Colombia. 23) Editorial El Parque. 24) Fondo Editorial Municipalidad Provincial de Trujillo. 25) Estruendomundo.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
26) Fondo Editorial Cultura Peruana. 27) Librería Cicerón. 28) Inversiones Feria del Libro. 29) El Mundo de los Minilibros. 30) Librería Histórica. 31) Editorial Trascender. 32) Ediciones Orem. 33) Casa de la Biblia. 34) Mis primeros cuentos.
Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
35) Expolibros 36) Librería Vallejo vive: Librería café. 37) San Pablo. 38) Fondo Editorial Coquito … una o dos de los stands no tenían nombre
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Miércoles 22 de noviembre
El último día de la feria ofrece por recomendaciones unísonas un cierre protocolar, una noticia de suicidio de una joven en una universidad de la ciudad, más peatones que van y vienen, un ambiente protagónico y fiero de un evangelista gritando en plena Plazuela el Recreo. Once días, y cierta tozudez no se consigue ni con analgésicos. Poca cosa para los demás (para los que nunca vinieron) seguir aquí. No se puede establecer resúmenes en lo que avanza el día. Mañana toda aprehensión, impacto o el mínimo aplauso en este perímetro, constará de menos libros y más popularidad.
Si Charlie Becerra Romero fuese otro tipo, durante la presentación de su libro “El origen de la hidra” bien pudiese haberse ido a hacer lo que mejor aprendió, investigar y entrevistar, pero no fue así. Sentado a eso de las 5 de la tarde y junto a otros estaba en el auditorio II ¿Pero por qué pensar en la idea de irse y dejar a los presentes? Para muchos el ruido es molesto cuando se trata de concentración. Aturde. Mortifica. Sabe a eso, a impaciencia pura. Y el auditorio II se colmó de bulla.
Sacrificando algunos oídos, era escuchar el ruido producido detrás de la tela azul del auditorio y escuchar lo que decían adentro Charlie Becerra, el fiscal, y el editor de un diario local. Sin embargo, no existía tiempo para quejas. Vivir los once días de la FILT 2017 arropa a los trujillanos y visitantes en ávidas predisposiciones: ser otras personas o seguir siendo las mismas, igual que intentar seguir escuchando mientras la vida afuera del auditorio sigue igual ¿Para qué pedirles que se callen?
Acabada la presentación y en la firma del libro “El origen de la hidra” Charlie Becerra ríe. El matiz de emociones que prodiga ver a un joven autor es hasta para los extraños un momento incierto; quién es. En otros stands en cambio los vendedores en resolución saben que mañana ya no estarán aquí. Se vive las últimas horas de la feria, y los alumnos del colegio Marcial Acharán cruzan por manadas la Plazuela el Recreo. Algunos turistas también hacen lo mismo, y una adolescente le pide a un gringo unas fotos para que seguro luego les enseñe a sus amigas.
Lo que queda de realidad en el contexto siendo casi las ocho de la noche son: músicos preparándose para el espectáculo final de la FILT; hombres y mujeres que pasan por la plaza; otros esperan sentados, otros conversan arriba en una superficie vidriosa y concreta que los separa de la antigua caja de agua de Trujillo; y la cotidianidad de la feria parece empezar a morir con el acto de clausura.
Una banda local, Perú Salvaje, se alista a tocar. En otro lado, el equipo de trabajo de la FILT 2017 (autoridades y colaboradores) reciben aplausos. La danza de la marinera acerca a los últimos de la feria a sentirse más locales que nunca, una ofrenda jocosa que desde 1986 fue declarada patrimonio cultural. Los selfies y las fotos, las transmisiones en vivo en Facebook; en este siglo XXI la mayoría de los hechos pasan por ser compartidos y en una ciudad no todos los hombres sabían de una actividad cultural, sus 250 actividades y sus once días.
Hechos no contados:
1) La luz amarilla del auditorio II.
2) Cómo la luz y el ambiente del auditorio I, transformaban a los hombres en caricaturas.
3) El hombre que vi tres veces en días distintos, y estaba leyendo un periódico.
4)Los pequeños leones de la pileta de la Plazuela El Recreo que ahora parecen sapos.
5) Cuál libro fue el más vendido.
6) El amor a una mujer y mi renuncia a ella.
Crónica de nuestro colaborador: Jesús Escamilo
Fotos de nuestros colaboradores: Jesús Escamilo y Anthony Ibáñez (foto portada)
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