De los personajes que suman a Trujillo, hemos hallado a uno bastante especial, un sempiterno llamado Raul Silva. Raul Silva Yepes es, a consecuencia de todas sus vivencias un soñador, un hombre que aún prodiga y ve el mundo con otros ojos; va hacía la mar, hacía el jardín, recorre sueños intangibles u olvidados por muchos hombres... y está en contra, o lo parece, de los fines puramente económicos. Conocido
"Las cosas que nunca dije" Segunda parte. Por Jesús Escamilo Jara Idealistas. Morir de amor. Está bien, está bien chaval, cada vez que me miro al espejo me pregunto cómo hubiese sido todo. Pero esto empieza hoy por la mañana o días antes. Un domingo por la tarde llamé a un amigo chileno y le pregunté por el doctor Oídos (así les decíamos a los psicólogos), ya que lo escuché
La última vez que escribí y quise sacarme de encima las palabras fue hace más de un año. La última vez que estaba sentado pidiendo que me publiquen un texto, un cuentito, o un poemita estaba al otro lado del mundo, y vivía en un tercer piso, y la casa estaba compuesta en su cimiente por miembros evangélicos. Por el contrario, a cambio de los discursos bíblicos, yo leía poesía
"No es culpa mía si estoy hecho de cristales amargos". Eielson. Lima 1 Camino como si tuviese una gran carga sobre mis espaldas. No es así. La verdad, en este viaje solo llevo una mochila, alguna documentación para ser presentada en el Consulado de España en Lima, un par de medias más -las que traigo puestas conmigo seguramente serán tiradas a la basura-. Desde luego también haré lo mismo con
En una Lima gris, rotunda, frenética, algunos hombres confieren y avanzan a otro ritmo. Henry Terrones ha llegado hace dos días a Lima, y pasea por el centro de la ciudad sin afán de reconocimiento. De pronto se despliega una especie de suerte o destino, al tenerlo al frente y habiendo pactado una entrevista sin fecha, es propicio conversar confiando que dicho encuentro estaba pactado sin que ni el entrevistado
Trujillo, 21 de Junio – En el partido anterior, sí, en ese que lloramos casi todos los peruanos; Francia pasaba y nosotros nos quedábamos atrás. Los tan ansiados octavos de final de un Mundial nos decían adiós, o éramos nosotros que, con desesperación, ya no teníamos nada que hacer. Lágrimas al final, y rabia. Mucha rabia combinada con tristeza. Llorábamos de impotencia, como una viuda conocedora de que su esposo morirá,
Íbamos detrás de un balón cuando éramos niños, y conocíamos la felicidad sin saber bien de qué se trataba. Por: Jesús Escamilo/ Fotografía: Anthony Ibáñez Carranza Contaban y me decían mis profesores de periodismo en la universidad que, para entrevistar a un personaje, el entrevistador –o sea yo, el aprendiz– tenía que desaparecer. La primera persona es un pecado, una burla, la tenencia indebida del protagonismo; lo más cercano a
El tiempo arrastra todo. La vida, en ese caudal, necesitó en sus inicios representaciones ficticias, pero tenían que establecerse como hechos reales, hasta indiscutibles, porque ocurrían, sí, al menos unas cuantas horas. Esa puesta en escena dirigida y efectuada por hombres fue y es conocida como teatro. Tal vez por eso Nerit Olaya Guerrero es un actor de aquellos. Un hombre el cual siempre es muchos hombres. Por: Jesús Escamilo/
Exigentes con nuestro día a día, con una expresión dictaminada por reclamos – válgase entender cuáles son justos y cuáles no-, el desayuno se sirve con contradicciones, y no solo con penas y pan. La elaboración de nuestra idiosincrasia masculla en plenitud una frágil conciencia con nuestro pasado, en términos cortos y simples: nuestra historia. Y para no caer pesado o ampuloso, vale acercarnos a los nuestros, a aquellos pensadores
La Biblioteca Nacional del Perú no sólo guarda la memoria del Perú, también la ha sufrido. Decía aquel escritor flaco, alto, hecho de cigarros a por doquier y amante de la lectura que, en cada lector futuro, el escritor renace. Nada más cerca de la verdad. Sin embargo, hechos catastróficos doblegan la historia del hombre escrita en los libros; a veces fueron provocados, como Capitán Beatty en Fahrenheit 451, y otras