Sol de Shirán es un restaurante campestre con módulos especialmente acondicionados para el alojamiento de familias, parejas o amigos que amen la vida de campo. Es administrado por Carmen Pantoja y es la consolidación de un proyecto familiar de más de 10 años. Shirán pertenece al distrito de Poroto y la constante actividad comercial ha contribuido al crecimiento de la actividad turística de este lugar.
Toma 45 minutos el viaje desde el centro de Trujillo hasta el Sol de Shirán en auto propio, sin paradas. En transporte público puede llegar a una hora y el bus realiza una parada justo en la entrada de este espacio campestre. Lo que nació como una huerta, se proyectó como un hospedaje, con casas independientes y piscina. La última fase es el restaurante y a su cocina llegó Siente Trujillo para conocer los detalles.
Dos hectáreas acogen las casas de campo y el restaurante. La amplia gama de platos incluye comida criolla y regional. «Las estrellas de la carta son los camarones, el pato, la trucha, entre otros», afirma Carmen Pantoja. Por su parte la oferta de tragos tiene como pilares al peruanísimo Pisco Sour y la brasilera Caipirinha.
La gerenta también agrega que el público objetivo se ha ido ampliando. Comenzaron por captar visitantes locales, luego nacionales y ahora están captando turistas extranjeros. «Ellos disfrutan del campo, del clima soleado casi todo el año y del río Moche que está a pocos metros del Sol de Shirán», finaliza Pantoja. El local cuenta con 7 casas y las reservas pueden realizarse a través de la vía telefónica y el pago a través de depósito bancario.
Un empedrado camino une la cocina con un amplio anillo, a este lo rodean decenas de arbustos y plantas ornamentales. Elegimos una de las mesas con sombrilla de ese anillo que rodea la piscina y nos sentamos con Paula Lastenia Arteaga Mendoza. Sólo le dicen Lastenia y es la jefa de cocina del Sol de Shirán.
Nació en Poroto hace 59 años y tiene 6 hijos. El mayor de sus hijos nació cuando ella tenía 18 años y es casada. Lastenia cree en Dios pero no en los políticos. Lleva 6 años laborando en el Sol de Shirán y se muestra contenta y valorada.
Conoce al dedillo cuáles son los platos preferidos por los visitantes. «Picante de camarones, langostinos, cecinas, también tenemos cordero, hay trucha y pato, esos son los favoritos», apunta. La oferta gastronómica fusiona comida de la zona y criolla y el plato emblemático de la localidad es el Cordero a la leña. Este plato tiene de guarnición camote, choclo, yuca o papa, además de las ensaladas.
Llegó de la mano de su hermana al Sol de Shirán y fue de quien aprendió varios secretos culinarios. «Una cosa es cocinar para la familia, y otra, cocinar para muchas personas», agrega. Mientras rememora ese aprendizaje, Carmen puntualiza que Lastenia es también una experta en la preparación de cabrito y cuyes. El cuy se prepara frito o con ajiaco.
La importancia de buenos insumos radica en el lugar de compra. Los camarones son adquiridos en Shirán o en Trujillo, el cuy se compra de Cajamarca o Cajabamba y el pato sí es criado en Shirán y aledaños. Lastenia Arteaga nunca olvida la cocina familiar, ella opina que ese sabor es único y lo traslada a los fogones del Sol de Shirán. Cuando se queda en casa prepara deliciosos platos en base a gallina, con tallarines y con arroz, así hace felices a sus hijos.
Las visitas a Shirán sirven también para conocer la riqueza en frutas y vegetales de esta ciudad que bien podría ser también una nueva capital de la Primavera. Piñas, paltas, caña blanca -que muchos disfrutan comer con la mano-, distinta y más suave que la caña de azúcar. Se utiliza para elaborar jugos y se lleva a Trujillo y Chiclayo, dos de sus destinos principales. También se encuentran yucas y así como dos variedades de palta, fuerte y Hazs.
Del mamey se elabora un postre, exclusividad del Sol de Shirán, el Dulce de Mamey. Se trocea la fruta y se hierve con canela y clavo de olor, finalmente se agrega azúcar y chuño inglés. El resultado es una maravilla para el paladar. Los amantes del dulce también pueden disfrutar del jugo de maracuyá, otra fruta autóctona.
El clima de esa localidad se mantiene soleado durante los meses de otoño e invierno trujillanos. No sorprende que la primavera desee pasar más meses allí que en otras ciudades. El panorama de campo, río y calor humano es envidiable.
Entrevista: Valery Bazán Rodríguez
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