El fútbol peruano ha sido abordado por diversos periodistas, pero la selección peruana es un tema aparte. José Carlos Yrigoyen ha recolectado testimonios vitales para comprender la evolución de la blanquirroja y su ulterior clasificación a Rusia 2018.
José Carlos Yrigoyen es un destacado escritor y periodista. Nacido en Lima, ha sido uno de los invitados a la 7ma Feria Internacional de Libro de Trujillo que se desarrolló en la tradicional plazuela de El Recreo durante el mes de agosto.
Entre sus obras más conocidas vale a resaltar a “Pequeña novela con cenizas”, “Orgullosamente solos” y su más reciente libro, “Con todo y contra todos”, una investigación histórica sobre los últimos 50 años de la selección peruana de fútbol.
Siente Trujillo conversó con José Carlos Yrigoyen. He aquí la entrevista.

Siente Trujillo: Se sabe que este año ha publicado su nueva obra, “Con todo y contra todos”, una investigación referente a 50 años de la selección peruana. ¿Cuál fue la intención de forjar este libro?
José Carlos Yrigoyen: Es un libro que tenía pensado desde hacía varios años; que tiene su concepción más remota por los años 90 cuando estudiaba en la universidad; como se sabe, la selección peruana estuvo a punto de clasificar al mundial Francia 1998; pero ese partido contra Chile, en Santiago, el famoso 4-0, lo impidió… y esa fue la herida más dolorosa de nuestra generación y nos sumió durante muchos años en una etapa muy dura para afrontar los torneos de talla mayor en donde siempre acabábamos muy mal.
Entonces, haber estado tanto cerca me hizo preguntarme por qué la selección peruana tenía ese contacto más allá de lo deportivo, con nuestra historia, con lo que somos, con nuestra propia idiosincrasia y por eso escribí el libro. Pero como el problema es que yo no soy un historiador, soy más bien un escritor. Un historiador puede culminar su libro en un momento anticlimático; no tiene la obligación de que la historia termine de una determinada manera; un escritor, sí. Yo estaba buscando el final para comenzar a escribirlo, y al final fue la clasificación a Rusia 2018.
Fue el momento cumbre de la selección
Yo creo que lo comencé a escribir meses antes de ello, en setiembre del año pasado; en ese momento en el partido en Quito tenía la impresión de que Ricardo Gareca estaba cambiando la historia, la selección está jugando distinto, esta selección tenía otras convicciones, tenía otras metas; entonces empecé a escribir el libro creyendo que Perú iba a ir al mundial y sucedió, y allí me sorprendió la clasificación a la mitad del libro, y estuve durante enero y febrero avanzándolo y lo pude terminar para abril. Este libro que no pretende ser una historia definitiva, es simplemente una historia de hincha que intenta ser más fluida, ser más didáctica, lo más interesante posible y esa ha sido la ambición que tengo.
Según usted, ¿por qué sucedieron varias décadas de fracaso en el caso de la selección peruana?
Creo que sucedió algo que Juan Carlos Oblitas explicó bien entre los años 1995 y 1996. A él lo entrevistaron por su trayectoria en la selección peruana y una cosa que él mencionó es que le sorprendía mucho que cuando tenía 35 años de edad seguía siendo titular de la selección junto a otros jugadores como Cueto, Velásquez, Barbadillo, que también tenían su misma edad, y eso a él lo intrigaba. Cómo puede ser que un jugador casi retirado siga teniendo el puesto en la selección durante 10 años, y se preguntaba sobre ello, quiénes estaban tras eso. Y de ello se explica muchas cosas, creo que tuvimos una generación de jugadores notables, que estaban entre los mejores de Sudamérica y creímos que los jugadores surgían por generación espontánea, pensábamos que Perico León, Cubillas, Velásquez y Uribe habían salido sin que hubiera políticas deportivas que estuvieran enfiladas a desarrollar cracks.
Se creía que éramos una tierra natural de cracks, es lo que pasa con unos bienes preciados como el petróleo que uno cree va ser para siempre y de un momento ese conducto o esa veta se extingue y eso pasó con la selección peruana; de pronto los jugadores que surgieron no eran malos, algunos de ellos, pero no estaban a la altura de los que representaron a la selección entre 1970 y 1982; y me parece que el estado nunca tuvo políticas deportivas serias.
El surgimiento de la generación del 70 no fue producto de una política; pero es cierto que eran chicos que nacieron y crecieron bajo el odriato, en el cual los temas de alimentación, de asistencia social, etc. pudieron haber logrado que la mayoría de estos jugadores crecieran con las posibilidades, con más facilidades en su infancia y que eso haya podido verse plasmado en ese tiempo, esa es la teoría que se tiene; pero en realidad no hubo políticas deportivas y lo que tuvimos fue más individualidades y fue más que todo la suerte de haber contado con dos camadas seguidas de jugadores muy buenos; de un momento a otro ello se acabó y no supimos cómo enfrentarlo.
Se habla mucho de la Copa América Centenario, que a partir de allí se cambió a una serie de jugadores y eso permitió que la selección peruana clasifique luego al mundial Rusia 2018. ¿Cree usted que ocurrió así?
Creo que había jugadores muy buenos, pero el grupo que formaban, o por alguna razón en el que estaban inmiscuidos, no los ayudaba a formar un equipo serio y enfocado para ser una selección seria. Perú tuvo siempre buenos jugadores, yo no creo que los jugadores de los últimos 15 años sean sustantivamente inferiores a los colombianos, paraguayos, ecuatorianos; pero había una mentalidad conformista, una casta de jugadores a los que el progreso y desarrollo de la selección no les importaba demasiado, o no tanto, como otros intereses subalternos.
Con Gareca esta casta se va y el entrenador argentino empieza a usar jugadores del medio local quienes junto a Guerrero comienzan a obtener buenos resultados, en sí se empieza un cambio, se parten las aguas; también jugó mucho el tema dirigencial, me parece que haber pasado de Malqui, Juvenal Silva a Juan Carlos Oblitas, eso es un cambio de gente con nivel profesional muy distinto, muy superior y eso confluyó a un proyecto bien organizado, ya que los últimos años, en las últimas eliminatorias, Perú había tenido comisiones mundialistas y estaba comprobado que ese sistema no funcionaba, actualmente hay un gerente de selecciones y eso ha funcionado y ha permitido que se tenga el sustento necesario para que se lleve todo adelante.
¿Cuál es el punto de vista sobre los audios en que se hallan involucrados Edwin Oviedo y Teófilo Cubillas?. ¿Perjudicará a la selección y en sí al fútbol peruano?
Creo que estamos en una crisis de valores y de protagonistas políticos que va más allá del fútbol, como bien se sabe; y esa falta de confianza ha calado mucho en la población. Sería muy triste que teniendo dirigentes como Oblitas o García Pye, su labor se ensucie por las extrañas y cuestionadas medidas políticas que ha implementado y el raro comportamiento de Edwin Oviedo; estoy de acuerdo que ello puede ser un cáncer para un cuerpo bastante más sano que antes, que es el fútbol peruano. Asimismo creo que sería fatal que Oviedo termine convirtiéndose en un nuevo Burga y sería fatal también tener a personas cuestionadas en la federación protegidas bajo los éxitos deportivos que hemos tenido o podemos tener y eso significaría que la selección terminaría siendo un instrumento de impunidad para un señor que debe responder por varias imputaciones.
¿Debería renunciar Edwin Oviedo?
Yo creo que ha renunciado hace tiempo, lo que pasa es que en ese momento el tiene unos cargos más decisivos para el imaginario nacional que es el de presidente de una federación de una selección que acaba de ir al mundial y que acaba de tener un renacimiento futbolístico internacional que estábamos esperando desde hace más de treinta años, eso lo favorece muchísimo. Creo que si Oviedo fuese un hombre un poco más consecuente debería entregar su cargo a disposición o renunciar de una vez; creo que ello favorecería el trabajo de Gareca, además le daría tranquilidad al técnico para trabajar; una calma que tuvo el ciclo anterior.
Y en el caso de Teófilo Cubillas, un jugador de amplia trayectoria internacional que también es cuestionado por el tema de los audios. ¿Qué opina al respecto?
Yo tengo un enorme respeto por Teófilo Cubillas, me parece que es uno de los grandes jugadores que ha tenido la selección peruana. Siempre ha dado una imagen de ser un tipo afable, decente, sin pretensiones, pero en realidad Cubillas ya había demostrado antes en la época de Fujimori al haber aceptado la presidencia del IPD en el último año de la dictadura, cuando era un régimen repudiado por la comunidad internacional y una abierta autocracia que había coartado los derechos de libertad de mucha gente, y este caso confirma que lo del IPD en 1999 no fue un traspié sino fue una conducta en la que Cubillas, no sé si tiene una adherencia por el dinero.
Creo que el dinero no es un problema para él, sin embargo parece que tuviera una adherencia por el poder que a mí me ha llamado la atención y ello me hace recordar a Pelé. Son dos jugadores que comparten un montón de cosas pero que la adhesión al poder es uno de los más aspectos que más se asemejan; lo mismo pasó con Chumpitaz, extraordinario jugador, y mira cómo ha terminado.
En alguna ocasión usted mencionó una frase: “Los peruanos somos ajenos a la autocrítica”. ¿Qué puede decir sobre esto?
Me refiero no a todos, pero sí hay una generalidad que cuando hay un fracaso en vez de intentar corregirlo mediante un análisis ocasional sobre lo que se está haciendo o no, siempre se le quiere echar la culpa de una coyuntura a otra persona, y creo que ello como nación nos ha hecho mucho daño. Como colectividad nos ha hecho sin duda mucho daño porque en vez de buscar las raíces de nuestros males y corregirlas, se busca un chivo expiatorio.
En este mundial es muy bueno que la alineación de la selección no haya sido tomada de una manera tan salvaje y que la figura de Gareca no haya sido puesta en cuestión; salvo por algunas voces muy marginales. Me parece que Gareca es un hombre que practica la autocrítica y que pudo reconducir un barco que se estaba hundiendo durante la mitad de la eliminatoria; mucha gente confunde tener convicciones fuertes con una forma de rehuir a la autocrítica. Yo creo en esto y nos vamos a morir en esta cuestión.
Yo creo que tener convicciones es una cosa y los errores que podamos cometer eventualmente al aplicarlas es otro. Lo importante es revisar nuestras convicciones; que a veces pueden ser dogmas. Y eso pasaba mucho con el fútbol peruano y con muchos técnicos y con muchos dirigentes que tuvimos y me parece saludable que esa tendencia se esté cortando.
Se sabe que su obra “Orgullosamente solos” se relaciona con la historia de su abuelo; asimismo sobre este libro usted refirió alguna vez que tiene una misión de descubrir su identidad. ¿Cuál es su punto de vista sobre ello?
Mi abuelo fue Carlos Miró Quesada Laos, director de la edición vespertina de El Comercio y parte de la junta directiva del mencionado diario durante varios años y además fue uno de los más populares y conspicuos lideres fascistas en el Perú antes y en medio de la segunda guerra mundial. Y cuando tuve 18 años, aproximadamente, estudiaba en la universidad, me enteré por casualidad sobre ello; entonces comencé a indagar en mi familia sobre ello y me di cuenta que si bien era un hecho que había pasado hace muchos años, un tema que no le gustaba hablar.
Mi abuela que estuvo con él muchos años y decía que eran exageraciones; mi madre me decía que nunca había escuchado del tema. Y entonces me di cuenta que allí había algo decisivo para mi familia, su presencia, su pasado oculto, las manchas que lo cubrían, y quise escribir sobre ese tema. Investigué un año entero sobre él y ya tenía una información previa y a la vez muy eventual.
El último año empecé a trabajar con más ahínco. Es un libro breve porque la historia no da para más, es una historia muy secreta, muy oculta; hay indicios, algunos documentos contradictorios, otros sesgados, otros muy anecdóticos; era en sí un puñado de elementos que intenté ramificar a lo largo del libro y me parece que es una obra que, por lo menos para mí, tiene el interés de estar en la tradición de la búsqueda de los secretos familiares que siempre tiene un interés intrínseco.

Algo similar sucede con otro de sus libros, titulado “Pequeña novela con cenizas”. En esta obra se menciona que la literatura es una inmolación. ¿Puede profundizar sobre esto?
Creo que definitivamente un libro que no incomoda a alguien es lo que no merece ser escrito. Incomodar siempre tiene consecuencias, algunas de ellas pueden ser leves y pasajeras, en otras pueden ser tremendas e indelebles.
En ambos libros (Pequeña novela con cenizas y Orgullosamente solos), yo cuento aspectos sobre familiares míos que no son los más agradables; pero lo hice porque me parecía necesario decir ciertas verdades para poder encontrar la verdad que nadie quiere decir. El primer libro habla sobre mi padre en una clave algo ensayística, de Passolini; en la segunda se habla de mi abuelo que es parte importante de mi identidad y en el siguiente creo que voy a tomar al blanco más difícil que soy yo. El próximo libro tiene muchas características autobiográficas.
En el libro de mi abuelo casi no habló mucho de mí. Allí refiero solo una o dos o tres páginas sobre mí y de allí apenas si se menciona mi vida privada; y yo estoy simplemente mirando lo que mi abuelo había hecho, soy un espectador más que un protagonista. En el próximo libro me gustaría combinar algunas experiencias personales con anécdotas de gente que he conocido y escribir un libro de ficción con cierta raigambre autobiográfica, el cual no es nada extraordinario.
En algún momento, usted mencionó que la literatura es un ajuste de cuentas. ¿Por qué piensa ello?
Dije ello hace unos años, pero como siempre reviso las cosas que digo, a veces unas se mantienen, otras no. Me parece que es una frase que también generaliza mucho, puede serlo, para muchos ha sido; pero yo he aprendido que es mejor escribir desde el sosiego, desde la calma, desde lo resuelto. Aunque sea resuelto, no del todo ni para siempre, sí escribí desde un momento de sosiego, de resolución, me parece que desde que cuando uno escribe desde allí, la comprensión del mundo y de las personas es mayor. Yo no tengo nunca problemas, yo practico los comentarios literarios y también me pongo a entrar en mí mismo.
Puedo decir que mi primer libro tiene ese problema, es un ajuste de cuentas, crispado y un poco deshilachado. Me parece que cuando uno escribe con urgencia, sino con virulencia, las cosas no salen bien. En cambio el segundo libro me parece escrito desde la calma; desde un lugar donde puedo mirar al mundo con más detenimiento y con más paciencia y en este tercer libro también será así y se verá cuando lo concluya.
No se considera narrador ni poeta, sino una persona que se expresa continuamente. ¿Siempre ha pensado así?
Yo creo que esta cuestión de los géneros es muy respetable. En esta época en que todo se mezcla, en el que todo se fragmenta, ya hablar de géneros es a veces reduccionista y creo que tenemos la tendencia a ciertas etiquetas; por ejemplo lo de la autoficción, que terminan usándose para reducir, achatar, para utilizar como algo peyorativo y es una forma muy anacrónica, obsoleta de ver a la literatura porque no busca caminos, sino busca murallas.
Yo he escrito poesía, documentales, narrativa, y he escrito porque no sé si soy bueno en todo; es una necesidad de manifestar algunas cosas que me parecen importantes. Lo más importante para una persona que escribe es tener algo que decir, parece que fuera una cosa muy obvia; hay escritores y poetas que no se formulan esas preguntas si lo que verdaderamente quieren hay una de decir lo que se va a decir. Yo creo que es la primera pregunta que me hago siempre, no sé si era cierto o no, pero imagino que a veces sí, y sí hay esos aciertos vale la pena seguir.
Se sabe que también ejerce el periodismo y en este campo ha laborado en un programa cultural denominado, Entre libros, junto al autor Alonso Rabí. ¿Alguna anécdota sobre esta experiencia?
Para ser un programa cultural en un canal del estado le fue bastante bien. Mira, la anécdota que me llega a la mente fue que Hugo Coya, director, él sabía que los escritores no somos necesariamente conductores de televisión; y no tenemos la solvencia ni soltura para comunicarnos ante una cámara. Ello fue difícil al comienzo. Al final aprendimos algo, fue una experiencia bonita ya que salimos mejor de lo que empezamos y eso ya es un logro.
Siento que nuestra labor era ser fluidos y lo más divertidos posible respetando a los autores, a los libros; pero hablando de la anécdota, creo que era muy gracioso cuando nos pusieron a un coach, que fue el actor Gianfranco Brero. Él nos obligó durante dos meses a que sacáramos nuestros espíritus comunicativos adelante y él fue un coach extraordinario; nosotros fuimos unos alumnos esforzados, pero hicimos lo posible; estoy muy orgulloso de ese programa porque el tiempo que estuvimos con Alonso Rabí fue completamente plural. Ningún escritor peruano fue abiertamente vetado o ninguneado durante ese año de programa. Todos entraron, no importaba ni género, ni raza, ni opción sexual ni regional.
Me hubiera gustado que el programa continúe y que se bifurcara por la sierra y la selva y por varias ciudades de la costa y poder invitar a ensayistas, dramaturgos, poetas de otras ciudades, aparte de Lima.
Debo decir que otra cosa que aún no vencemos es ese centralismo. Hubiera sido interesante tener temporadas para viajar al interior del país y difundir a autores que tienen mucho valor; pero esta desconexión entre la capital y otros sitios impide su conocimiento.
¿Cuál es su punto de vista sobre literatura peruana en la actualidad?
Estamos viviendo un auge de la narrativa que tiene una difusión, una lectoría que convoca más interés que lo que convocaba hace 10 años. Me parece que han surgido autores muy interesantes como Jeremías Gamboa, Renato Cisneros, Francisco Ángeles, Juan Manuel Robles; en sí, un montón de gente que está haciendo cosas muy interesantes y que está dando unas voces inéditas en la literatura peruana; como también están allí Alexis Iparraguirre o Marco García Falcón, Premio Nacional de Literatura de este años; todos ellos son escritores relativamente jóvenes con muchos años para entregarnos muy buenos libros.
Tengo que decir que no son horas buenas para la poesía; pero eso no quiere decir que falte calidad en los poetas, sino que los medios prácticamente han cercenado la comunicación entre la poesía peruana y los lectores. Y eso es algo lamentable y me pregunto si ello va a cambiar esa tendencia. Nada hace indicar que sí, pero si es una preocupación porque Perú siempre ha tenido una de las mejores poesía del continente.
Tal vez surja un nuevo Nobel para el país de aquí unas próximas décadas…
No se puede garantizar ello, pero lo de Mario Vargas Llosa, como todo autor universal, es un milagro, los milagros no suelen ocurrir así nomás; pero hay que esperar para saber lo que sucede.
Con relación a su obra. ¿Está trabajando en algún proyecto?
Estoy trabajando en un libro que va a ser más largo que “Orgullosamente solos”, es un libro de ficción; recién voy por la mitad del proyecto y me gustaría mucho si se puede publicar el otro año o el subsiguiente; porque es un libro que realmente me interesa mucho. Allí intento abordar una visión de los años 90 pero muy particular mediante un personaje que amalgama, no solo asuntos personales sino, de otras personas que conocí en ese periodo y bajo las que intento explicar una época en las que mi generación está tocando, como Jeremías Gamboa o Marco García Falcón, que están escribiendo sobre esos años y sobre las consecuencias de una generación que no ha resuelto muchos problemas que tenía desde entonces.
Respecto a la literatura de otras provincias. ¿Cuál es su visión sobre ellas? ¿Está pendiente sobre lo que se escribe al interior del país?
Estoy pendiente de las publicaciones de lo que puedo acceder desde donde vivo. Me gustaría que los canales de Lima y de otras ciudades sean más fluidos y que haya una conexión entre ambas cosas; es preciso que exista un lazo comunicativo entre los escritores de Lima y provincias, sobre las experiencias y perspectivas que tienen, que ellas se puedan combinar, que haya un debate, un diálogo entre ellos, tanto en los libros como fuera de ellos.
¿Cuál es su perspectiva sobre la 7ma Feria Internacional de Libro de Trujillo FILT 2018?
Eventos literarios como la 7ma Feria Internacional de Libro de Trujillo FILT 2018 han mejorado mucho; y no solo aquí en Trujillo, sino en otros lugares del país, surgen muchas ferias. Los autores son invitados a ellas, hay interés por conocer a estos autores que no viven allí, y ojalá que sea una tendencia que no solo persista sino que se amplíe y que dure en el tiempo y que se desarrolle; porque muchas veces la literatura fuera de Lima no ha sido una prioridad a pesar de que ahora hay más recursos para poder extenderla.
Finalmente. ¿Qué significa la literatura para José Carlos Yrigoyen?
Ser escritor en el Perú no se hace para conseguir ventajas secundarias en la literatura, porque en un país como el nuestro no se dan; uno lo hace porque tiene necesidades expresivas, algo que decir, una necesidad de manifestarse. Me parece que esa visión es legítima y que es también muy sacrificada; donde la literatura recién está floreciendo de una manera más veraz; donde los lectores de una nueva clase media están surgiendo y ello es esencial.

Entrevista y fotos de nuestro colaborador, Guillermo Salvador Saldarriaga, licenciado en Ciencias de la Comunicación
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