Luis Jochamowitz, periodista y escritor de libros como “Ciudadano Fujimori” y “Papeles Fantasma”, estuvo en la VII Feria Internacional del Libro de Trujillo y brindó una entrevista para Siente Trujillo; en ella nos cuenta sus perspectivas políticas para el país.
— “¿Cómo está Moche?, ¿todavía mantiene su aire campesino?”, pregunta Luis Jochamowitz, mientras aspira un cigarrillo. —“Sí, pero no sé cómo habrá sido en esos años”. Y es que en la década de los sesenta, este personaje pisó las aulas del colegio San José Obrero y conoció aquel Trujillo de antaño.
— “Si yo fuera trujillano me iría a Virú o Moche a escribir”, afirma mientras evoca el pasado. En aquellos tiempos, Jochamowitz era, como él mismo dice, un “chiquillo flojo y descuidado”. Sus cursos favoritos eran historia y literatura; a su mente vienen recuerdos de aquella clase cuando escuchó la historia de un peluquero en Huanchaco que fue enterrado vivo y despertó en el ataúd. “Las típicas muertes prematuras”, dice.
Ha pasado mitad de siglo y quizá ni el propio Luis Jochamowitz pensaría que ese “chiquillo flojo y descuidado” sea un referente en el periodismo de investigación y que tras el trascendental libro “Ciudadano Fujimori”, la prensa seguiría cuestionándole tres décadas después.

Siente Trujillo: ¿De verdad usted era el último de la clase?
Luis Jochamowitz: (Risas) ¿Dónde has leído eso?
En entrevistas anteriores
Sí, era el último (risas).
¿Es difícil de creer?
¿Por qué?
Usted una persona conocida, culta, pero dicen que los últimos son los primeros
(Risas)
¿No le gustaba estudiar?
No, era muy malo en matemáticas, absolutamente malo. Era bueno en letras, pero flojo y descuidado.
¿A qué edad a usted le fue entrando el gusto por la escritura?
Después de Trujillo, fui a Lima y luego a Huancayo; eran tan malo que mis padres de castigo me mandaron a un internado en el colegio Salesiano y fue terrible para mí. Era un chiquillo que había vivido pegado a su mamá, a su papá, toda la vida; y de pronto te colocan en otro mundo… y descubrí que leyendo desaparecía.
Es conocer otros mundos
Claro, me olvidaba que estaba viviendo un infierno amable (risas). No me gustaba, pero leyendo me olvidaba de mí y del lugar durante una hora u hora y media. Después de que lees con intensidad, te provoca escribir, es como el siguiente paso y por ahí empecé a escribir.
La universidad tampoco la concluyó
No, empecé en San Marcos estudiando Historia.

¿En qué ciclo se retiró?
Tampoco sé. No presté mucha atención; no había clases. Eran los años de Sendero Luminoso, los ochenta, entonces eso estaba muy convulsionado. No había clases, terminabas conversando en las cafeterías con tus compañeros. Fue bien interesante, a pesar de que no aprendí nada teórico; pero conocí gente, pasé centenares de horas.
¿Y el periodismo?
No sé qué año, pero la necesidad de ganar dinero y la especie de ensoñación juvenil después de leer a Hemingway, ya quería ser periodista.
¿Entonces usted quería ser periodista porqué quería ganar dinero?
No, si quisiera haber ganado dinero me hubiera metido en un banco, a un sitio donde hay verdadero dinero, pero algo se gana; digo porque era un chico que ya no quería vivir de mis padres, quería ganar dinero.
Y justamente hablando de dinero, usted mencionó que cuando empezó a escribir libros encontró una alternativa económica factible.
Tendría que ver el contexto. No tiene ningún sentido práctico la escritura, a menos que escribas libros de autoayuda, que se vendan bien; pero si tú quieres ganar dinero, métete donde hay dinero.
A propósito usted menciona que la novela se encuentra al final de la cola, que los cuentistas desaparecerán. ¿Usted cree que los cuentos van a desaparecer?
No, pero va tener un lugar más discreto del que ya tienen, van a llamar menos la atención de las masas. No va a desaparecer el libro. El libro es un invento tan genial que ya no puede ser mejorado, se puede hacer libros más bonitos; más grandes; pequeños; lo que quieras, pero la idea de un libro no va cambiar.
Ya está hecho ¿Y en qué momento usted ha sido menos consciente de sí mismo?
¿Menos consciente de mí mismo? Muchas veces
Tal vez una situación
No sé, no me he puesto a pensar. Además precisamente era una situación que no te darías cuenta. Si te das cuenta que ya dejaste de ser consciente de ti mismo, es porque estás consciente. ¿Por qué te interesa esa pregunta?
Usted lo mencionó
No sé, escribir también es hacer conciencia de sí mismo. También depende de qué tipo de escritura haces. Por ejemplo alguien que escriba de su tiempo y sobre su familia, historias personales, están revisándose sobre una manera o poniéndose en la cabeza de otro, imaginando, compartiendo sus propias experiencias. Además yo creo que los lectores quieren eso, libros que les sirvan de reflejos y les permitan verse, dependen del tipo de lectores. Yo no escribo nada de eso, mis textos ocurren en el pasado, no tienen esa cualidad de espejo.
¿Y en qué momento surge “Ciudadano Fujimori”?
(Risas) Debe haber sido por 1991
En 1991 usted lo empieza a escribir
Sí, a mí me llamó mucha la atención las elecciones de 1990, fueron las más interesantes que yo he visto. Fue una revuelta electoral del país que dijo no a todo el aparato oficial, político, propagandístico.
Fue sorpresiva además
Bueno ocurrió en 15 días y allí se sembró probablemente la semilla de escribir algo y después ya cuando comenzó el gobierno, había una necesidad mía de saber ¿quién es? ; ¿por qué hace esto?; ¿de dónde viene?; ¿qué ha hecho antes?.
Por una curiosidad
Pero no gratuita, una curiosidad de fondo. En el sentido que lo peor que te puede pasar es estar en manos de un político del que no sabes nada. Eso es fatal, eso es lo que hacemos los peruanos cada cinco años.
Hay algo muy importante que usted mencionó que “muchos peruanos en la década de los noventa se sintieron identificados con Fujimori”
Sí, cosa muy curiosa porque es un personaje muy único, hijo de japoneses; sin embargo muchos tipos de peruanos hacían trasposición media fantástica, pero efectiva con Fujimori. Por ejemplo, Fujimori hablaba mal el castellano; hay muchos peruanos que hablan mal el castellano; los padres de Fujimori venían de Japón; de muchos peruanos sus padres vienen de la sierra. Ese tipo de cosas funcionaron.
¿Hay algo de lo que se arrepiente de haber escrito en “Ciudadano Fujimori”?
No tiene sentido arrepentirse de algo que has hecho y que es hijo de su tiempo. Supongo que si no hubiera escrito eso y me obligaran, lo haría diferente, pero ya ocurrió así. Para qué me voy arrepentir. Ahí están mis limitaciones, habilidades.

Solo no tiene sentido
No tiene sentido pensarlo, a menos que hallan fallas estructurales que no las encuentro. No es que el libro sea perfecto, ni mucho menos, pero fallas, fallas, no.
Tal vez durante el transcurso del libro, antes o después ¿recibió alguna amenaza?
No, pero yo estaba paranoico. Creía que me vigilaban, que me interceptaban el teléfono, cosas así.
Hay algo más que le falta agregar en el libro
Bueno el libro trata de la historia de la inmigración japonesa; la historia de sus padres; la historia de él; de niño; joven; se casa; forma su familia, es profesor de la universidad agraria, se mete a la política, gana las elecciones y ahí termina.
Tal vez una segunda parte
Bueno, luego vendría un Fujimori en el poder. Eso yo no lo escrito, nadie lo ha escrito todavía, pero yo creo que lo van escribir.
¿Usted ya no?
No, de ninguna manera. Fujimori me ha perseguido.
¿En qué sentido?
Yo escribí pensando que Fujimori seguiría siendo importante durante diez, quince, años; pero han pasado casi treinta y sigue, entonces eso me ha obligado a comentarlo, hasta ahora.
En este preciso instante
Sí, me hacen preguntas de él. ¿No me persiguieron?
Sí. Y usted que ha estudiado a la familia Fujimori ¿Qué perfil considera que tienen?
Para entrar a ese tipo de detalles uno tendría que conocerlo personalmente. Yo nunca he hablado con Fujimori, Keiko, Kenji. Son cosas que yo he observado a través de los medios, gente cercana. Pero no me hagas hablar de él ¿Ves cómo me persigue? (sonríe).
(Risas) Entonces ¿qué opina del gobierno de Vizcarra?
Me gustó mucho su mensaje del 28 de julio. No recuerdo un mensaje tan importante, le ha dado un sentido a su gobierno, un norte a mucha gente que no sabe qué hacer porque no tiene organización; no hay claridad entre nosotros. Y por la idea del referéndum, creo que le ha dado un sentido a mucha gente, eso es muy importante. Puede que fracase, que no lo logre, pero me parece una persona bien intencionada. Está muy bien además que sea provinciano, porque así está menos intoxicado por todos esos círculos, lobbies y todo lo demás.
¿Usted cree que el Perú está jodido?
(Risas) Sí, estamos mal, estamos destruyendo la naturaleza, aceleradamente, degradándola, cuando es una naturaleza, única, especial. Probablemente somos una potencia mundial y no nos damos cuenta. Ahora, no soy pesimista a largo plazo. Yo creo que los próximos treinta años van a ser horribles, pero en los siguientes cien, quizás no. Claro, no es para mí, ni siquiera para ti, con la condición que no destruyamos la naturaleza.
Es incorregible, como un chico malcriado como alguna vez mencionó
Algo así?
¿Y cómo se lo podría enderezar?
(Risas) Si yo lo supiera. Por lo menos creo que hemos corregido en parte. Fue una idea atípica nuestra. Hay que corregirlo, a la mala, eso es lo típico de los peruanos. Todavía queda esa idea, pero ya no tiene la fuerza que tenía hace treinta o cuarenta años.
Hay una esperanza para el Perú
Sí, pero no a corto plazo. La historia es muy contradictoria, puede haber algo muy malo y muy bueno. No es que todo es negro.
Usted que ha hecho periodismo de investigación, ¿cuál cree que es el reto del periodismo de investigación?
Hay distintos tipo de periodismo de investigación y nos hemos concentrado en uno, que es el de la denuncia, el de la prueba del delito; «recibió dinero», ese tipo de cosas. Eso para mí no es el gran periodismo de investigación, para mí sería un periodismo que comprenda la parte de atrás de los fenómenos, que entre a la mentalidad de la gente. Por ejemplo los audios, nos hemos quedado en que es delito, es falta de ética. Eso es prueba para los fiscales, jueces.
Nosotros los periodistas y los lectores deberíamos prestar atención que es lo que hay. No solo delitos, eso es lo de menos, eso lo verán los jueces. Lo que nosotros debemos de ver es el lenguaje que hay detrás. Ese es el periodismo que me atrae, que entre a la gente y no a los hechos. Somos como el perro que señalas y mira el dedo, nos quedamos viendo los delitos y no el fondo del asunto.

¿Por qué cree que los jóvenes no se interesan tanto por la política?
Es razonable. Nadie se va interesar por dos carcamanes mediocres que no tienen ningún sentido.
Para finalizar ¿Qué retos tiene la política peruana?
Uf, enormes. En el fondo sería muy sencillo, darnos tres, cuatro ideas para los próximos quince años, veinte años. Por ejemplo no destruir la naturaleza, organizarnos. Eso sería la panacea digamos (risas) y cambiaría enormemente el futuro, pero estamos desarmados, no nos movemos.

Entrevista de nuestra colaboradora Carmen Vásquez. Fotos: Anthony Ibáñez.
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