Roberto Arizmendi parece peruano, se mimetiza en abrazos con los asistentes a su presentación. La barba de Bolognesi que lleva encima abre paso a la empatía.
Los domingos por la noche se compagina la vieja costumbre en pensar sí o sí en el lunes. Otros días no atan tantos a los hombres; los proyectos se barajan sobre la mesa y se piensa que el domingo debería tener más horas. Desde Adán o desde que alguien pronunció por condena trabajar aparentemente seis días y el séptimo descansar, más televisores se prenden en los hogares, la visita a la casa de la abuela, la reunión con los amigos, o las tareas del colegial que no hizo nada durante su fin de semana. Roberto Arizmendi es un poeta, y ante cualquier visión paradigmática es un mexicano. Un fiel rostro del mexicano común.
Nació en Aguascalientes, 1945, y hoy domingo a las 8:15 p.m. luego de la presentación de su libro Desafío contra el olvido charla de su vida y de su obra poética. Es domingo, la vieja condición del lonche es olvidada, aquí se da paso a la palabra y al ruido que dejan los hombres al pasar por esta 6ta Feria Internacional de Libro de Trujillo – FILT 2017. El arte de conversar frecuenta un sembradío de viejas cotorras. Esta noche yo pretendo ser una vieja y hacerla de cotorra con un poeta que está en Trujillo desde el 17 de noviembre y volverá muy pronto a su tierra.
La Internet es una señorita que no da datos precisos y confunde a un lector de modo que no pueda saber con exactitud cuántos libros tiene Roberto Arizmendi ¿Cuántos poemarios publicados tiene usted?
Yo tengo si mal no recuerdo 55 libros publicados, pero de esos son 31 digamos de poesía. Aunque también trabajé en la recopilación de antología de varios poetas, generalmente latinoamericanos. Luego tengo literatura testimonial, epistolarios, y de educación. Todos son 55 libros hasta ahora.
Lo de Internet pasa de repente por un dato desactualizado, dirá 15 o 20 y son de fechas pasadas. Y las paginas que hablan de 60 o más puede ser que estén hablando de los libros en los que participo como coautor, ahí sí pueden ser 100.
Usted ha escrito entre tantas cosas que “La vida es como soñar/soñar, hasta que llega el amor”; ¿no es una declaración que solicita profundidad en desesperación?
Lo cierto es, nadie sabe cuando llegará el amor, como no sabemos cuando va a llegar la muerte, aunque podamos propiciarla. Estos dos tópicos se dan por afrontar un proceso personal, social, o de cualquier tipo.
No se puede construir el amor de la noche a la mañana. Van desde las relaciones con la familia, pareja, y la patria y sociedad.
¿A qué tipo de amor se refería usted cuando escribía esas líneas?
No recuerdo. Te mentiría si te digo en que estaba pensado en ese momento.
El efecto de la creación poética es muy especial. El poeta va tornándose en el tema y va imaginando; obviamente están presentes sentimientos, situaciones y personas que tiene uno adentro y se van compaginando. No sabemos qué tanto influyó el amor ante una causa social, el amor ante una situación de desesperación o el amor entre hermanos o padres
Juan Gelman decía algo así como, el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa, y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran…
De acuerdo, y luego nacen palabras.
Yo me he preguntado con esmero, si el poeta puede sentarse todos los días a escribir o si solo es un acto que se da llevado por otra fuerza ¿Qué es cierto?
Yo me he sentado a escribir todos los días. También conozco poetas que lo hacen todos los días algo muy parecido a la poesía y que después trabajan. En mi caso escribo cuando tengo privacidad y tiempo, de lo que ya traigo acumulado en la mente, que he captado y he vivido. No depende solo de lo que se experimenta, es lo que otros te cuentan y otros viven o lo lees, y como te afecta.
En la obra que presentó hoy “Desafío contra el olvido” escribe: El mundo es un espacio siempre increado/ y cada uno lo construye a su manera>/ juego de sueños y colores, ¿Cuál es la concepción que tiene hoy del mundo?
Pienso que los sistemas donde vivimos y me quiero referir a mi país o a la región latinoamericana; se está viviendo con sistemas obsoletos. Sistemas que se agotaron y que históricamente se van renovando, pero el sistema histórico es muy largo. Sucede con México y otros países de la región, los jóvenes y también algunos viejos se dan cuenta que los sistemas ya no les dan nada, y crean un sentimiento de vacío tan grande que no saben qué hacer.
Desde luego el primer paso es tomar conciencia y luego decirlo, manifestarse. Tomar acciones.
Desde ese lugar ¿en qué ayuda la poesía?
Si el poeta analiza, observa, reflexiona y escribe lo que está sucediendo, y además no concuerda con la situación debido a su capacidad intelectual, modifica esa realidad. El poeta se compromete a través de la palabra: diciendo, expresando, dando a conocer lo que está sucediendo, pero a partir de su visión, no la de otros.
Esta vida, la que tiene usted está hecha de letras. ¿Alguna vez imaginó vivir de la poesía?
Es posible ganarse la vida, pero siempre y cuando se encuentre mecanismos para difundir y vender. La poesía por sí sola no te da de comer, nunca te da grandes ingresos; generalmente hay que acompañarla con actividades paralelas que ayuden y permitan vivir.
Algunas preguntas parecen hasta tontas. Al remontarse a su primer poema y visto desde aquí, ya pasado el tiempo. ¿Soñó viajar fuera de su país, estar en distintos lugares del mundo, ser un pasajero de su propia poesía?
Lo pensé, pero no en el primer poema. Recuerdo muy bien la fecha
¿Cuándo fue?
15 de junio de 1962, yo tenía 16 años. Era las 6:30 p.m. y estaba en mi habitación; en ese momento no pensaba en mi futuro poético, pero sí pensaba en que yo quería decir algo. Había una intención y un deseo por perseguir la poesía.
Otra cuestión vital para un poeta es la lectura ¿Dentro de los poetas que lo han marcado quiénes están?
Diría sin temor a equivocarme que los más trascendentales en mi vida han sido: Pablo Neruda, Jaime Sabines, y Miguel Hernández. Sí algo me ha tocado profundamente fue la poesía de Miguel Hernández
Hernández escribía en un verso, Tengo estos huesos hechos a las penas / y a las cavilaciones estas sienes/ pena que vas, cavilación que vienes… y el poema sigue ¿Escribir es echarse la tristeza encima?
Es volcar todo lo que se trae. En esas frases precisas, en esos versos precisos, y a partir de ese momento uno se queda vacío. Vacío en cuanto a poesía, no en cuanto a sentimientos, emociones y compromisos.
El poema se acaba, ya vendrá otro poema.
Entrevista de nuestro colaborador: Jesús Escamilo
Fotos de nuestro colaborador: Guillermo Salvador Saldarriaga
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