Cada vez que llega el inicio de un nuevo año, tendemos a reflexionar acerca de lo que hemos conseguido en el pasado y lo que queremos para el futuro. Ya sea aumentar nuestros ingresos, perder peso, planificar cómo ganar en VulkanVegas, o crecer en redes sociales; todas estas son metas comunes a muchas personas alrededor del mundo.
Sin embargo, muchos de los objetivos que nos planteamos en los primeros meses del año se quedan solo en el papel. ¿Por qué ocurre así y cómo puedo hacer para lograr la vida que deseo? En adelante ahondaremos en la respuesta: estableciendo sistemas.
¿Qué es la felicidad y por qué es tan importante alcanzarla?
Diversas investigaciones en el campo de la psicología indican que las personas que se consideran a sí mismas como felices tienen muchas ventajas. En primer lugar, gozan de mejor salud física y psíquica, tienden a ser más exitosas en cuanto a su vida financiera y profesional, tienen mejores relaciones con los demás, viven por más tiempo y son más proclives a alcanzar sus objetivos.
Cabe destacar que la felicidad y el éxito en la consecución de metas son conceptos que van de la mano, no obstante, el segundo no es un condicionante para ser felices. Esto quiere decir que podemos sentirnos plenos mientras trabajamos en conseguir lo que nos hemos propuesto para nuestra vida inmediata o a largo plazo.
La felicidad es un tema que ha sido tratado por la filosofía y la psicología desde la Antigua Grecia. Se define como un estado del ánimo que se experimenta cuando se está en un momento de bienestar, equilibrio y conformación. Es un momento de plenitud enteramente subjetiva y autopercibida que repercute en el comportamiento y la actitud de las personas.
Dentro del proceso de lograr nuestras metas y de crear sistemas que cambien nuestra vida para mejor, la felicidad es un ingrediente fundamental. Esta aumenta en la medida en que descubrimos cuáles son nuestras fortalezas e intereses y trabajamos conscientemente con ellos. Es decir, la felicidad depende en gran medida de cada quien y el autoconocimiento es el quid.
Los motivos por los cuales fracasamos con nuestros objetivos
Tener objetivos es una de las bases del éxito en cualquier campo. Ellos nos ayudan a saber qué queremos lograr y hacia dónde deseamos encaminar nuestra vida. Pero, como ya se ha dicho, no es suficiente fijarnos metas anuales o de vida si no tenemos claros los cambios que es necesario ejecutar en nuestro día a día para conseguirlas.
Fallamos una y otra vez porque carecemos de un plan realista y caemos en ciertas falacias en el camino, por ejemplo:
La trampa de la fantasía positiva
Cuando tenemos un sueño o un objetivo, es fácil perdernos en el terreno de las fantasías. Gastamos horas y horas en imaginar cómo sería si ya tuviésemos aquello que anhelamos, sin tomar en cuenta los obstáculos que puedan presentarse ni los esfuerzos que amerita lo que nos hemos planteado.
Lejos de funcionar como motivación, fantasear en exceso puede disuadirnos de los logros. Ocurre porque inconscientemente idealizamos y gastamos energía en imágenes mentales que luego contrastamos con la realidad. Es muy distinto de tener expectativas, que nos conducen a trabajar para construir un futuro que se nos antoja como probable (Oettingen, G. y Mayer, D., 2002, The motivating function of thinking about the future: Expectations versus fantasies).
La trampa de los resultados
Al encontrarnos en una situación que nos genera malestar (tener poco dinero, estar en mala condición física, sentirnos solos, no lograr terminar una carrera) tendemos a enfocarnos en los síntomas, en lugar de en las causas. Cambiar hábitos poco efectivos es la primera cuestión en que deberíamos poner nuestra energía ante una época adversa.
La trampa del estado de falla
Esta trampa consiste en prestar excesiva atención a las metas y poca al proceso. El pensamiento de “cuando consiga esto seré feliz” es un error común. Nos lleva a pensar en términos de blanco o negro, o soy un éxito rotundo o soy un fracaso, y se hace fácil caer en la desmotivación.
La clave son los sistemas
Los sistemas son todos estos pequeños o grandes cambios en nuestro día a día que nos orientan a lograr lo que deseamos. Se trata de introducir hábitos y disciplinas teniendo en cuenta los objetivos, pero no basados únicamente en ellos.
Por ejemplo, si mi objetivo es perder 10 Kg de peso, el sistema es crear el hábito de hacer ejercicio y mejorar mi alimentación. Si la meta es aprender un nuevo idioma, un sistema sería inscribirse en un curso y practicar a diario. Los sistemas importan porque generan una estructura de cambio.
Son efectivos porque:
- Hacen énfasis en nuestras habilidades y fortalezas y cómo desarrollarlas. En el proceso de lograr un objetivo vamos enriqueciendo nuestra personalidad;
- Introducen cambios que son sostenibles de por vida;
- Ayudan a vislumbrar la felicidad en el presente. No postergan el bienestar para el momento del logro, sino enseñan a disfrutar los procesos;
- Van en contra de la visión en blanco o negro. Desechan la dualidad entre éxito y fracaso, enfocándose en los pequeños pasos diarios.
Para crear un sistema no basta con saber qué es lo que se quiere, hay que identificar también por qué lo queremos y allí encontraremos la motivación.
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