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La educación nace desde el respeto, la enseñanza de los valores se incentiva en el hogar, afirma María Eydie Espinoza Castillo, orientadora educativa y psicológica.
Qué importante resultan ser los primeros años de vida en el desarrollo de todo ser humano; percepción bastante comentada en nuestro cotidiano. Sin embargo, ¿qué tanto estamos haciendo? Cuán importante resulta el rol del adulto, ya sea en la escuela o en el hogar, como aporte necesario en el desarrollo vital de un niño, puesto que dejará huellas imborrables en su vida. Eydie Espinoza Castillo lo explica en este constructivo artículo.
Si le hacemos pensar al niño que “No Puede”, no sólo con palabras sino también con nuestras actitudes, estaremos quebrando emocionalmente la vida de un ser humano; pensará que la solución depende de alguien más para poder hacer las cosas. Para cambiar esta situación debemos tener en cuenta cuatro aspectos que ocurren de manera continua: Permitir que realicen movimientos importantes para su desarrollo; tono de voz y lenguaje corporal tranquilo; ofrecer la posibilidad de exploración/–asombro; y de descanso; siendo estas dos últimas, fases importantes de la atención; pero entonces, ¿qué debemos hacer y cómo debemos acompañar al niño en su aprendizaje y desarrollo?
Confiar en sus posibilidades:
Cuando vemos al niño desde “lo que le falta” y no desde sus posibilidades, pretendemos enseñarle todo: gatear, sentarse, ponerse de pie, caminar, etc. Es cuando él registra que hay un “otro” que hace todo por él y va olvidando, de esta manera, los movimientos y posturas intermedias que lo ayuden.
Algunos padres se preocupan cuando sus niños se caen continuamente y no entienden el por qué. Si prestamos atención a sus posturas, los niños no realizan los movimientos intermedios que necesitan para poder sentarse, ponerse de pie, voltear, bajar de una altura a otra, perdiendo el equilibrio constantemente, acostumbrándose a buscar la mano, dependiente de un adulto para que le ayude a hacerlo.
Darle la oportunidad de exploración y asombro:
Recordemos que nadie nos toca la puerta para darnos trabajo, nosotros vamos hacia ello. Con lo cual, será necesario proponerle un espacio con materiales interesantes y retadores, darle el tiempo suficiente para que tenga la oportunidad de familiarizarse, acercarse a los objetos por iniciativa propia y desarrollar la capacidad de asombro al explorar, manipular y transformar los objetos, que, con colocarlos cerca del niño, será suficiente. Evitemos acercarnos a ofrecerle o sacudir los objetos delante de él intentando que los coja. Tener en cuenta que los materiales necesarios no siempre son juguetes, sino objetos diversos de la vida cotidiana.
Esta oportunidad de exploración y asombro se da durante fase flotante (una de las fases de la atención), ya que el niño emprende la búsqueda y conexión con el objeto; este momento fluye hasta que logra encontrar lo que le interesa.
El descanso es permitido:
¿Te ha ocurrido ponerte de pie e ir hacia una taza con café o tomar el aire luego de estar durante cierto tiempo trabajando o estudiando?
Al niño le ocurre lo mismo, ya sea en cortos o largos momentos. Al estar realizando alguna actividad con cierta energía y atención, se toma un tiempo para ir hacia otra actividad más tranquila o simplemente dirigirse a otro espacio. El descanso le permite volver a conectarse con lo que estaba haciendo además de autorregularse; es decir, controlar sus impulsos promovidos por alguna emoción.
Es común escuchar a niños decir ¿qué más hago?, ¿y ahora qué más? u observar a adultos que entregan una y otra cosa al niño con el fin que no se pongan de pie para hacer lo que realmente les interesa.
Promover espacios que cuenten con materiales para el descanso y actividades tranquilas. Evitar ofrecerle una actividad tras otra, sin permitir que se tome el tiempo para el descanso, y tener presente que descanso no significa dormir.
Tono de voz y lenguaje corporal tranquilo y calmo:
Vamos al ritmo vertiginoso del caos en el que vivimos; se nos hace difícil explicar adecuadamente a los niños lo que ocurre en su entorno, lo hacemos con cierta rapidez y violencia. Hablar y tocar con seguridad y firmeza no quiere decir ser violento; los niños comprenden el mensaje cuando lo decimos de manera corta, clara, precisa, y más aún si el mensaje es coherente con la mano que lo toca.
Continuamente estamos dando mensajes a los niños, no sólo con nuestra voz, sino también con nuestro lenguaje corporal; la intensidad con la que toquemos al niño ya sea de manera delicada o brusca, será recogida e incorporada como información en el niño; por lo cual, de la misma manera cómo es tratado, tratará a los demás.
Temas de reflexión como este y otros más, abordaremos en el Seminario Taller Internacional “Acompañar, más que enseñar, aportes de Emmi Pikler”, organizado por CECADIA y Nacer-Crecer; el cual se realizará los días 29, 30 y 31 de Marzo en la ciudad de Trujillo. Nuestras invitadas especiales serán: Maricarmen Braganza y María Rosa Maldonado, fundadoras de Casa Emmi (Ecuador); las inscripciones están abiertas y los cupos son limitados.
Cualquier información contactarse a info@nacer-crecer.com, infonacercrecer@gmail.com o a través de la página de Facebook Nacer – Crecer. Telf.: 966 722 988.
Artículo de nuestra colaboradora invitada:

María Eydie Espinoza Castillo. Profesional dedicada a temas relacionados a la niñez y habilidades diferentes. Con título profesional en Licenciatura en Educación Inicial en la Universidad Nacional de Trujillo y post título Máster en Intervención Educativa y Psicológica realizado en la Universidad de Navarra, España (2013 y 2014). Experiencia general de diez (10) años y específica de cinco (05) años como consultora en temas sobre educación.
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