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Fernando Bacilio
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“Tu personaje sale cuando sientes dolor; si no sufres como una madre cuando da a luz, no pasará nada”, Fernando Bacilio

Galardonado en Locarno, Cartagena, Buenos Aires, UNASUR, Bielorussia y prenominado a los premios Platinos 2015, Fernando Bacilio es considerado el actor más premiado del cine peruano y por ende unas de las figuras históricas del cine nacional. Pese a ello, la sencillez que lo caracteriza le permite ganarse la simpatía de quienes lo conocen y supieron de su persona antes de asumir su rol protagónico.

Minutos después de las diez  de la mañana, Laly’s Café se encuentra vacío; solo suena la música de José José que acompaña la sala. Junto a la ventana de estilo neoclásico, un personaje de camisa azul, jeans, zapatillas, barba y bigote se sumerge en una entrañable charla que amerita una taza de café. Su rostro se torna adusto cuando hace hincapié en temas serios; el mismo cuando su papel estelar como Constantino Zegarra  entra en búsqueda por encontrar al culpable de su desgracia. Fernando Bacilio, el actor trujillano que dio vida al protagonista de la película El Mudo, concedió una extensa entrevista para Siente Trujillo; aquí, el artista revela sus opiniones y su sorprendente ascenso al séptimo arte.

Egresado de la Escuela Virgilio Rodríguez Nache en 1988. Su destacada labor de actor va paralela con su labor docente en importantes instituciones como el colegio Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Universidad César Vallejo y en la Escuela Virgilio Rodríguez Nache, en donde, por supuesto, el maestro seguirá formando nuevas generaciones de actores.

¿Quién es Fernando Bacilio como actor?

Una persona normal y corriente. A mí siempre me consideran humilde, no por estatus sino por la forma de ser. No me siento  en un pedestal sino como uno más, quizá porque no es tan llamativa mi imagen en Trujillo por el desconocimiento de mi persona. Aquí en mi ciudad hace que uno no se sienta mediático por la ignorancia, mediático en el sentido de que te conozcan; a tal punto de que son un reducido grupo los que te ubican, es escaso pero es la realidad misma; pero como dicen, uno no es profeta en su tierra.

¿A qué se dedicaba antes de entrar a la actuación?

Cuando terminé el servicio militar obligatorio, aunque no lo hice obligatorio, porque quería ser soldado. A mí siempre me gustó el trabajo, eso fue lo que mis padres me inculcaron; al lado de la sede del ex Partido Popular Cristiano (PPC), había un bar; ahí trabajaba de mozo, en la mañana trabajaba y en la tarde estaba en la escuela.

Usted comentó que su debut fue salir desnudo..

Claro, desnudo fue mi debut, lo hice con un grupo independiente, fue por el día mundial del teatro, la obra se llamó ¿Qué tú  entiendes de esta guerra?, duró dos horas y media. Me acuerdo mucho de mis nervios frente al telón abierto, mi papá y mi mamá ahí sentados, viéndome y yo decía “pucha como se van a sentir los viejos” y cuando llegué a la casa les pregunté — ¿papá, mamá les gustó la obra? — Sí hijo pero que no salgas calato (risas). Bueno, creo que llegué al escenario en pañales.

Posteriormente usted ingresó al grupo Teseo y Minotauro

Primero estuve en Quarta Paret, ahí es donde salgo desnudo, de ahí seguió Teseo y Minotauro que lo dirigía el señor Carlos Cieza Urrelo, paralelamente estuve trabajando con el grupo MAG del gran maestro, Mario Alcántara Gutiérrez y terminé en Olmo Teatro, con ellos estuve 9 años. Luego fundé Máscara de Barro junto a Sonia Rodríguez, realmente no estoy tan comprometido por el tiempo, pero ahora ella se dedica a asumir la dirección de la compañía.

En el mundo del cine usted participó junto a Sergio Galliani  “En el vientre de la noche”

Claro, fue mi primer corto. Hugo Valdez fue quien me dio esa patadita para entrar en el mundo del cine y aprender un poco de la exigencia que tiene el cine con esa paciencia, buen humor y perseverancia. Creo que tener paciencia me costó. Me acuerdo que esa grabación fue por Santo Domingo, más allá de Laredo, por una chacra llena de zancudos; y pasábamos las noches jugando fulbito con Sergio Galliani y ahí nos íbamos conociendo. Yo le hacía preguntas que eran parte de mi formación y ahí seguí aprendiendo. Le preguntaba cómo él construía su personaje y me sorprendía que era casi igual a lo que hacíamos en Olmo Teatro y la Escuela Virgilio Rodríguez Nache.

¿Cómo llegó a El Mudo?

El antecedente fue el siguiente; se estaba haciendo un casting para un sacerdote Chimú porque PromPerú iba a grabar un especial para televisión por la  fundación de Chan Chan. Sonia Rodríguez estaba haciendo casting con algunos alumnos y también con algunos compañeros que apoyaban en la compañía, cuando ella me llama algo de las 12:30 y yo tenía clases en el Perpetuo Socorro  a las 12:50 y me dice –Fernando han venido de Lima a hacer casting y quiero que te conozcan, es una oportunidad, tienes que estar aquí por la compañía-.

Hasta que yo le dije —ya Sonia lo haré por ti. Llegué al teatrín, conocí a Jorge Luis Tito Villafuerte, más conocido como Cocotito, pasé y me dijo que interprete uno de los personajes que hacía con Sonia Rodríguez. Hasta que él me dijo —Fernando tú tienes un perfil que muchos directores de cine buscan, por el rostro peruano.

Yo no le di mucha importancia y de ahí me llama, diciéndome que yo no sería un sacerdote sino el príncipe Takaynamo para PromPerú, pero yo me había fracturado el pie y no podía hacer desarreglos, me dio pena sinceramente. De ahí viene el contacto con Diego Vega, donde me llama y me dice que se había enterado de mi accidente, yo me estaba recuperando y él quería conocerme, te voy a mandar un fragmento de la película del guión y me dice —¿puedes venir a Lima?-. Yo le respondí —no, si usted viene para acá, chévere-. Hasta donde iba yo, vino y lo esperé en una de las bancas, nos saludamos, hice la prueba y de ahí a una semana me llama Daniel Vega. Ahí me enteré que había otros actores conocidos como Bruno Odar, pero creo que querían un actor desconocido.

¿Cuál fue la experiencia durante la filmación de El Mudo?

No fue tan fácil, los nervios siempre nos van a acompañar. Ahí la cuestión es las interrelaciones, como te llegas a relacionar con la gente que vas a trabajar, tenía que adaptarme al medio y ganar confianza.

Interpretar a Constantino Zegarra ¿fue difícil?

Bastante complejo, pero creo que si no hay esa sensación de que es difícil o complejo, no vas a sentir que hay trabajo. Fue difícil sobre todo por técnica, porque viví mucho tiempo haciendo teatro, este es un poco más exagerado en cambio el cine es más natural. Lo que me ayudó fue el medio, alejarme de Trujillo y concentrarme en la película.

Me costó alejarme del teatro, recuerdo que mi enamorada se fue, me dejó solo en la habitación; pegado tenía las primeras fotos de El Mudo, del proceso de ensayo y no me van a creer que me puse a llorar como un niño, porque tenía miedo asumir una responsabilidad de un protagonista, miedo a equivocarme, de no hacerlo a la perfección como quieren los directores, lloré por mi reto. Mi pregunta era ¿lo haré? Y me vi en el espejo y me decía — “Fernando, mañana vas a ser tú”.

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¿Cuánto tiempo estuvo rodando la película?

Dos meses, tuve licencia, pero la gran anécdota es que yo ya caminaba. Conocía al doctor del seguro, lo fui a ver, pensaba simular para que él me dé la licencia, pero fui sincero y le dije — Doctor, yo ya estoy caminando más o menos, pero quiero contarle algo, es parte de mi vida, voy a ser protagonista de una película nacional, entonces es una gran oportunidad en mi vida. Él me respondió -me gusta tu sinceridad, te felicito-. Me concedió la licencia y yo recuerdo que le regale una nariz de claun.

Cuando acabó de filmar la película, ¿sintió que lo hizo perfecto?

No, pero después de la cantidad de escenas grabadas, me pregunté si lo había hecho bien, pero yo cumplí. Estaba con resaca descansando en mi cuarto, cuando Daniel llama y me dice -Fernando alista tus valijas porque los suizos están esperando para que recibas tu premio a mejor actor en el festival. Yo resacado, me puse a llorar y reír, no lo podía creer. Me fui a la Escuela de Teatro, pero no soltaron ni un sol, la directora que en ese tiempo estaba, Matilde Arroyo, sacó del banco 500 soles, pero para mala suerte no había pasaje y Diego recibió el premio.

¿Cuántos reconocimientos usted ha recibido en su labor como actor?

Tengo cinco premios internacionales, tengo una nominación al premio Fénix México, prenominado a los premios Platinos con Salvador del Solar y dos premios últimos que tengo con el cortometraje La Deuda.

¿Cuál fue la reacción de su familia cuando recibió el premio?

Creo que ellos estuvieron más emocionados que yo por el hecho de tener un artista en la familia. Yo no he sido indiferente con ellos, sigo siendo el hijo chocho de la casa, con sus defectos y virtudes como toda persona. Mi madre sobre todo con su negocio nos ha sacado adelante, yo siempre la voy a ver, igual mi familia siempre me felicita, mis hijos.

¿De qué manera la actuación cambió su vida?

La cambió en 360 grados. Valió la pena escoger algo que me gustó y que le dieran un valor; porque tengo un valor que la gente respeta y me cambió la idea de que los artistas de Lima son cuadriculados y no es así. Quizá la única forma de ser hipócrita contigo mismo es a través de la actuación, donde te pones una máscara por un momento; pero igual sigues siendo tú mismo porque el actor es el que sufre no el personaje. Tú eres el que le da vida, eso lo aprendí en el cine. En el teatro es diferente, nos transformamos más, somos más camaleónicos por el arte del teatro, mientras que en el cine es más natural.

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¿En qué otras proyecciones cinematográficas usted tendrá participación?

A mediados de marzo hay un proyecto de una película llamada Naylamp y el Ídolo de Jade, de ahí con Cid Films , que lo tiene a cargo Rodrigo Rodríguez Guerra, el hijo de Virgilio Rodríguez Nache, también hay un proyecto con Luna Films, una película que habla del narcoterrorismo, eso a finales de abril y esperando a que se estrene la película Casos Complejos de Omar Forero y también la película Niñjuan

¿Qué opinión tiene de la formación artística que se brinda a los estudiantes de la Escuela Virgilio Rodríguez Nache?

Se forma con una visión A1, aunque uno mismo hace la calidad de una escuela, se aprende de sus maestros y uno también debe estar inmerso en el mundo del teatro. Como yo, que me metí de lleno y alternaba con los grupos hasta el punto que me he considerado un prostituto del teatro (risas).

¿Qué consejos le daría  a un futuro actor?

Que sea terco con su profesión, seguir luchando, hay que sacrificarse, tener paciencia. Yo cuando memorizo un texto, lo agarro y no lo suelto, camino por la calle y estoy practicando; entonces yo creo que hay que enamorarse del arte. Es así como pasa cuando se tiempla, te apasiones, sufres, te hace llorar, igual es el amor al arte. Yo les digo a mis alumnos que  su personaje va a salir cuando sientan que hay dolor, si tú no sufres como una madre cuando da luz no va pasar nada y no abortes porque es todo un proceso.

Entrevista de nuestra colaboradora Carmen Vásquez.

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