Ángel Muñoz Retamero es un músico español que destaca por su gran arte musical, su calidad de maestro y su enorme experiencia en la composición y la percusión.
Mi nombre es Ángel Muñoz Retamero. Nací en Sevilla y vivo en Fuentes de Andalucía. Tengo 30 años. No tengo ideología religiosa, tengo como referente a los músicos, tanto los que están como los que no están. No me inclino por ninguna ideología política. En música, comencé en el Conservatorio de Sevilla estudiando percusión. Hice la carrera en el Conservatorio Superior Manuel Castillo de Sevilla y terminé lo que es el superior de Percusión. Posteriormente, finalicé en Madrid lo que es el Superior de Composición Musical.
Luego estudié en Cuba, que fueron unos 3 ó 4 meses, un posgrado, pero no fui por ningún título, más fui por la experiencia porque, para mí, es la cuna de la percusión. Cuando volví de Cuba entré en una carretera nueva que es Flamencología, que son los estudios del flamenco. El 2021 la terminé. Mi ocupación actual es de funcionario interino de la Junta de Andalucía en la especialidad de Composición. Me gustaría trabajar siempre en lo que estoy trabajando, es decir enseñando.
Siente Trujillo: A los 7 años comenzaste con la música ¿Cuál fue el primer instrumento que conociste?
Ángel Muñoz Retamero: Pues fue curioso el comienzo, mis padres no son músicos. Mi madre es auxiliar de enfermería y mi padre, herrero, trabaja en carpintería metálica y, claro, ellos no conocen la música. En España y en muchos países hay falta de cultura musical. Fue cosa mía, un niño de 7 años, que bajo la tradición de la Semana Santa siempre iba detrás de la banda de música y a mí me gustaba mucho y yo, años atrás, siempre con el tambor, con el tambor…
Ya en el colegio nos dieron una charla para tener inscripciones y explicaron que había una escuela de música en Fuentes. Y ahí fue donde yo llegué con mi papelito, igual que llegan algunos al fútbol o el baloncesto, salió de mí. Nadie me dijo ni me había hablado de música ni de instrumentos y le dije a mi padre que yo quería tocar el tambor. Por allí empezó la cosa.
Hasta ahora, que ya eres un percusionista ya consolidado, pero mucha gente no sabe qué es la percusión
La percusión es todo instrumento que se percute, valga la redundancia, que se golpea. Entonces, sí que hay diferentes tipos de percusión; por ejemplo, los de parche serían: bombo, caja, tambor, timbales; o la percusión latina, por ejemplo: tumbadoras, congas, timbal o llamado paila aquí en España; también están los bongós. Sea se golpeen con la mano o con una baqueta, son percusión. También está la otra parte que quizás sea menos conocida, como el vibráfono, toda la percusión de lámina, que está afinada como marimba, xilófono, lira y metalófono. Y también está la pequeña percusión como triángulo, pandereta, cascabeles, campana o cencerro, en Cuba la llaman percusión menor.
¿Cuánto pesa la percusión dentro de la música flamenca?
Dentro de la percusión tradicional, bueno tendríamos que meter como percusión a los palmeros también, claro; porque el instrumento, al igual que la voz es un instrumento, entonces las palmas también serían instrumentos. ¿De qué especialidad? De percusión, obviamente, porque es golpeado. En el flamenco, el compás es fundamental, se interprete con un instrumento de percusión o no. Cuando se canta a palo seco, o sea, a cappella, el cantaor lleva un ritmo interno fundamental. Allí ya está la percusión como ritmo, como motor, como el corazón de la música. Y el baile en el flamenco también es percutido con el taconeo.
El cuerpo es un instrumento musical
Sí, claro, se llama percusión corporal. Existe la percusión corporal porque se puede hacer muchísimo ritmo solamente con el cuerpo.
La aventura europea
Tú que has vivido fuera de España ¿Cómo has observado que se percibe a la música y a la cultura flamenca en el exterior?
Tiene mucho más aprecio fuera que dentro de España. Nunca olvidaré una frase en clase de Faustino Núñez, para mí el mejor flamencólogo que existe, bueno a él no le gusta que lo definan como flamencólogo si no como musicólogo, pero para mí es el mejor entendido de flamenco, estudioso, que existe en España. Nos dijo en clase que los españoles son muy de decir que lo nuestro, no, que lo nuestro no vale de nada y lo que viene de fuera es bueno. Tenemos el flamenco, pero quizás no le demos el valor que tiene, yo no me incluyo porque amo el flamenco. La novedad de una música de fuera es mayor a la de cuando lanza un tema Vicente Amigo.
¿Tú crees que la globalización y la llegada de géneros, artistas y música extranjera han desplazado el interés por la música propia?
Creo que sí, que la novedad, la moda, lo que llega en ese momento, se hace más conocido y se acepta bien. A mí también me gustaría diferenciar de la música más ligera, sin desprestigiarla, por supuesto. Incluye varios estilos y son fáciles de escuchar, no hace falta tener unos mínimos conocimientos para para escuchar, se cuela muy bien al oído y no pasa nada. Sí es música para bailar, vamos, eso existe en la historia. Por ejemplo, el minué clásico era la la parte para bailar porque estaba en un ritmo ternario y no había que pensar, uno se dejaba llevar perfecto.
Parece que estás definiendo al reggaetón (risas)
¿Sí? (Ríe). Bueno, hay de todo eh.
Claro, música para pensar, no para bailar
Yo lo escucho y hay temas que me gustan. Yo escucho toda la música, tengo 30 años y salgo y escucho. Hay temas que me gustan y temas que no. Pero claro, no quiero desprestigiar a ningún tipo de música porque todo tiene su valor. Simplemente estoy haciendo la diferencia de una música más elaborada o menos elaborada, técnicamente. No estoy diciendo que el reggaetón es música menos elaborada porque hay una producción detrás grande y lo entiendo. Pero no tienes que pensar para entender nada, hay un trabajo hecho de producción. Pero, sin embargo, sí tú no entiendes el flamenco, los palos, el compás, difícilmente vas a entenderlo, porque no existe ni el sentimiento ni el conocimiento en la materia.
Se dice que no se puede querer lo que no se entiende ¿Crees que una parte de la población española –aun cuando es multicultural– no entiende el flamenco?
De acuerdo, sobre todo la generación más reciente. Al haber más diversidad de música, hay menos entendidos del flamenco. Antes quizás no habría tanta variedad, quizás por las fusiones que se han hecho. No es que salga de la nada y ya salga un estilo. Sigue siendo música, pero no es diferente, es un estilo propio.
En el Perú hay un gran respeto y admiración por la música flamenca. Tanto así que algunas familias acomodadas ponen a sus hijas a bailar flamenco antes que bailes peruanos. Pero más allá de eso hay un momento en el que la música criolla peruana y la música flamenca se abrazaron. Fue cuando Paco de Lucía trajo un cajón peruano a España y lo vio como una veta importante para enriquecer su música ¿Cuál es tu experiencia con el cajón?
Bueno, primeramente, la versión clásica se estudia por un lado y el cajón no incluye a la percusión clásica o a la percusión tradicional. Es algo más especializado. Respecto a la sensación del cajón, yo estaba más acostumbrado a la baqueta; pero, desde muy pequeño comencé por verlo, sobre todo a la edad de 14 ó 15, quizás antes ya lo cogía. Mis primeros contactos con el cajón fueron en típicas salidas de romería, ya llevaba el cajón para tocarlo con mis amigos, para cantar en la reunión. Entonces vi que es un instrumento bastante llevadero. Lo llevas a todos lados, tocas, cantas una sevillana, una rumba y la verdad que fue una sensación que me gustó mucho. Aunque, en principio, bastante desagradable porque mis manos están como las puedes ver, parece que recojo aceitunas (ríe).
Los conciertos
¿Qué te gusta más: enseñar música o hacer música?
Es una pregunta difícil. Es que lo ideal son las 2 cosas porque no podría hacer una cosa sin la otra. Se siente la necesidad de tocar y de ir a algún concierto. Yo tuve mi época también de Madrid que tocaba muchísimo, tocaba en el Auditorio Nacional, en el Teatro Real y en sitios que jamás esperaba; en Londres, cuando fuimos a estrenar las obras compuestas por mí. Por supuesto que esa vidilla y esas cosas te la dan los conciertos.
¿Cuáles son los conciertos que más recuerdas?
Mira uno que me hacía especial ilusión, y no quiere decir que porque el teatro sea más grande sea mejor el concierto, pero aquí en La Campana, el pueblo de al lado. Cuando la banda de música de La Campana y la de Fuentes se juntaban hacían conciertos allí y conciertos aquí. Esos conciertos los recuerdo mucho, eran geniales, porque eran de mis comienzos y me enriquecieron mucho como percusionista. Después, de lugares, Auditorio Nacional, Teatro Real. Es verdad que al Auditorio Nacional lo frecuentaba casi toda la semana por que estaba trabajando allí y con músicos de categoría enorme, entonces, es otra cosa.
Y en Londres en Ómnibus Clapham, creo que se dice así, es que el inglés lo llevo mal (ríe) y en el Teatro Cervantes. Esos dos lugares son muy especiales para mí. En uno reestrenamos una obra que se llama Río Grande, que la estrené primero en Madrid con la orquesta de Madrid y después la reestrenamos con el quinteto con el que yo trabajaba en Londres, que se llama María Camahort Quintet. Posteriormente me encargaron ese quinteto, Nana y danza del aire, que estrenamos también en Londres y posteriormente fueron grabadas en Castellón.
¿Cuántas composiciones tienes?
Hay muchas de cajón.
¿Para tocar con el cajón?
(Ríe). No, me refiero a que están guardadas en el cajón. A lo mejor son ideas o no he tenido la oportunidad de estrenar, más aún con lo de la pandemia. Como compositor tengo la necesidad de crear. Las tengo catalogadas y debo tener más de cien, seguro.
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