Tanto en su poesía como en su labor periodística, Rocío Silva Santisteban tiene como protagonista a la mujer.
En 1983 Rocío Silva Santisteban ganó el concurso La Poetisa Joven del Perú; en 1986 el Premio Copé de Plata por su poemario “Ese oficio no me gusta” y en el 2005 nuevamente fue acreedora del mismo premio por “Las hijas del terror”. Asimismo, se desempeñó como Secretaria Ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. Actualmente es periodista y escritora. Su reciente libro, «Mujeres y Conflictos ecoterritoriales, impactos, estrategias y resistencias”, abarca investigaciones de Perú y Latinoamérica y narra cómo las mujeres pueden salir de la victimización.
Todo empezó cuando le regalaron un diario; “fue lo que engatilló”, recuerda. Desde entonces, Rocío Silva Santisteban no paró de escribir, ni de leer. “Yo era una ratona de biblioteca”, dice entre risas.
Allá por los sesenta, Rocío era una estudiante de primaria del colegio Santa Úrsula y afirma que por esos años fue víctima de discriminación. “Yo era la pobre del colegio” y también la adolescente que a los quince años se consideraba comunista, “pero creyente”.
Con el paso de los años, Rocío Silva Santisteban se ha convertido en una de las principales mujeres activistas que defienden los derechos humanos y una de las muchas voces que lucha por la autonomía de las mujeres.

A los trece años usted ya escribía poemas
Yo me acuerdo que comencé a escribir cuando mi madrina me regaló un diario y, como todas las chicas, empezaba a escribir cosas.
Como cosas de amor
De amor no tanto. Al principio era más de lo que pasaba en mi casa; cosas cotidianas; mis mascotas.
¿Y a qué edad le regalaron el diario?
Como a los doce; incluso cuando me lo regaló yo pensé que era una cartera.
Tan grande
Sí, era de cuero, bien bonito. Fue como el regalo que engatilló.
Fue clave
Sí y también otra cosa clave fue que en el colegio llevábamos un curso que se llamaba Formación Laboral. En esa época escribíamos a máquina de escribir y la cosa era escribir sin mirar. Lo que sucedía es que yo no sabía copiar sin mirar, entonces lo que hacía era inventarme historias. La profesora no leía, solo veía que rellenábamos la página.
Ahí potenció su imaginación
Sí, además que me gustaba mucho Edgar Allan Poe por todos sus cuentos de terror.
Y justo a los 15 años usted pide un regalo que era la colección de la revista Amauta
Lo que sucede es que todas, cuando cumplimos quince años, todo el mundo pide el quinceañero.
Pero usted pidió la colección de la revista Amauta
Lo que pasa es que mis papás no tenían tanto dinero; no me iban hacer una fiesta, pero en esa época el regalo máximo ya era un tocacasete (risas) .
Mi papá me preguntó si yo quería una fiesta pero yo sabía que no tenía dinero y le dije que había visto en una librería los seis tomos de la revista Amauta. No eran tan caros ni tan baratos, entonces a mí me había gustado bastante esa revista; la edición, los artículos, le pedí y me lo regaló (risas).
Usted ya había leído “Los 7 ensayos de la realidad peruana”
En el colegio nos hacían leer. Y uno de los ensayos que he leído muchísimo es “El proceso de la literatura peruana”, en la que explica que la literatura de la colonia era muy peruana, la cual no se compenetraba.
Yo he leído a Mariátegui, a los quince años era totalmente comunista. Me interesaba mucho la política y muy cristiana al mismo tiempo (risas).
¿En qué momento usted se sintió tocada por la indignación y la humillación? ¿Fue antes o después de leer a Mariátegui?
En diferentes momentos. Yo estudié en un colegio privado de Lima, pituco, pero yo era becada, o sea yo era la pobre del salón; entonces, de alguna manera, también me sentí un poco golpeada por algunas compañeras que a veces eran como malvadas porque a veces los niños son crueles; inocentes pero dan en el blanco. Ahí me sentí discriminada de alguna manera en primaria.

Eso forjó su carácter
Sí, también otra cosa es que a mí me gustaba mucho leer y lo bueno del colegio es que tenía una excelente biblioteca y te dejaban sacar todos los libros que querías. Yo era una ratona de biblioteca, entonces yo iba y sacaba los libros. Comencé a sacar unos libros que no eran para mi edad. Por ejemplo, “La ciudad y los perros”, y tenía doce años.
Un libro que me impactó mucho fue El exorcista, porque no podía ir a ver la película; entonces vi que el libro estaba en la biblioteca del colegio y dije “Ay me lo voy a sacar”, (risas), pero la bibliotecaria se dio cuenta que leí estas cosas pero yo ya lo había leído.
Las mujeres tienen un papel importante en su poesía justamente por lo que usted es activista. En su obra poética “Ese oficio no me gusta” aparece Carmen de Bizet, personaje histórico. ¿Cuál cree que es la relevancia y tratamiento que se ha dado a la mujer en la literatura?
En la literatura ha habido de todo, hay autores que han construido personajes tan complejos como Madame Bovary que cuando Flaubert le preguntaban quién era este personaje decía: “Madame Bovary soy yo”, pero también ha habido unos personajes horrorosos.
Hay una crítica literaria, Kate Millett, que hizo un cuestionamiento muy profundo a varias novelas de Henry Miller, D. H. Lawrence, porque lo que hacían estos señores es escribir unas novelas de alto contenido erótico en que maltrataban a las mujeres de una manera atroz. Hay escenas que son realmente increíbles y ella lo que hacía es leerlo desde la perspectiva de una mujer y, claro, no había ningún problema porque esas escenas las leían los varones. Se producen situaciones humillantes con las mujeres a nivel sexual y estos autores están manipulando a las mujeres.
¿Y en la sociedad?
Estos autores tenían una mente machista. Norman Mailer tiene una novela que se llama “Los hombres duros no bailan”, con el título te lo digo todo. Uno se pone a pensar que eso también sucede en la realidad, entonces Kate Millet denuncia y lo hace de una manera muy elaborada, fina y articulada.
Maruja Barrig es una feminista que tiene un artículo muy interesante, que lo escribió en los años ochenta y se llama “Pitucas y marocas en la nueva narrativa peruana”; marocas son lo que ahora ustedes los jóvenes llaman las jugadoras, aquellas que utilizan sus cuerpos para escalar socialmente, para beneficiarse con algo y en esa narrativa se encuentra Vargas Llosa, Ribeyro y Bryce .
Una de las cosas más interesante es que los tres autores describen a las pitucas del cuello para arriba; “tienen una naricita, un cerquillito, una boquita”; en cambio las marocas del cuello para abajo, “tiene un potazo, un lomazo”; entonces las pitucas son angelicales, no se las toca :y las que quieren ascender socialmente, ellas si se ofrecen como un botín de carne y esa es la percepción de estos narradores.
Justamente usted considera que la violencia en nuestro país es una pandemia ¿Cuál sería la panacea?
No hay, ese es el gran problema. Lo que pasa es que hay que diagnosticar bien y decir lo que está pasando. Usualmente lo que sucede es que la gente denuncia y hace treinta años nadie denunciaba; es cierto, ahora la gente denuncia más, pero yo creo personalmente que hoy en día hay más violencia.
Las mujeres hemos avanzado bastante, además que hay un temor de ciertos varones porque estas mujeres sean demasiado fuertes. Por el caso de Eyvi Ágreda, cuando le preguntan al individuo por qué lo hizo, primero que se lo merecía, estuve leyendo detenidamente lo que dijo es que “ella me rechazó”, “ella me dijo que no”, pero el tipo seguía ahí insistiendo, entonces él dice: “Yo sufría” y “ella estaba tan feliz, tan contenta”, “alguien tenía que pararla” y cuando le preguntan si la quería matar, él dice “solo la quería desfigurar”. Eso me parece terrible, ¿cómo vas a decir eso?, “solo la quería desfigurar”, ósea, es bonita pero no quiero que sea bonita para nadie, que siga viva, pero fea. Yo fui al hospital, obviamente nadie la podía ver.
Solamente usted, como prensa
Yo fui como el movimiento de derechos humanos y fui con dos personas más. Hablamos con el papá y me partió el corazón; un señor mayor y realmente se notaba que él amaba muchísimo a sus tres hijos.
¿Cuál serían esos puntos principales que debe abordar el Plan Nacional Contra la Violencia de Género?
Bueno, el plan que se aprobó en el 2016 es bastante bueno. El gran problema de todo plan es que si no le pones dinero no funciona nada; entonces, el Plan Nacional de Lucha Contra la Violencia de Género tiene una serie de indicadores y esos indicadores tienen que ser asumidos con un liderazgo certero de parte del Ministerio de la Mujer, y no comenzar a tirar la pelota.
El Ministerio de la Mujer tiene que estar presente y otra cosa muy importante que tiene el plan es una propuesta de campañas nacionales y, claro, con esta ley que dio Mulder, el estado no puede hacer las campañas.
A propósito de ello, en su artículo ¿La sexualidad irrefrenable del varón?, sostiene que el problema son los hombres y que se necesita una campaña. ¿Qué tipo de campaña?
Una campaña que tome en consideración a todos los varones que todo lo que le están diciendo es pura tontera y que no tiene por qué estar demostrando su hombría desde esa perspectiva.
La masculinidad se organiza desde otros ámbitos, no solamente desde el frenar las emociones como que los hombres no lloran, ¿cómo va hacer eso posible? Frenas las lágrimas y la sexualidad no se puede frenar porque se tiene esta percepción de que los hombres no pueden frenar su sexualidad. Es irrefrenable, me vienen ganas, con las gallinas, como decía Vargas Llosa. No es así tampoco.

¿Por qué en el Perú no hay asco para los corruptos?
Eso también es otra cosa que es increíble. ¿Cómo podemos ser tan tolerantes? Somos tan tolerantes ante la corrupción porque la corrupción es endémica. O sea ¿de qué estamos hablando?, por eso este presidente tiene un reto importante.
Para finalizar, el mensaje de Vizcarra fue alentador para las mujeres, usted misma lo escribe en su artículo. ¿Si usted fuera presidente que políticas pudiera realizar para erradicar el machismo?
Primero, uno de los temas fundamentales es hacer talleres de masculinidad en los colegios; universidades, sindicatos. Los hombres no piensan en sí mismos como varones, simplemente actúan, trabajan. Nosotras todo el tiempo estamos pensando que si somos así, asa. Yo siento que tenemos que reflexionar sobre nuestras prácticas y una de las prácticas en general es la violencia y eso es lo que tenemos que combatir; la violencia, ya sea de los padres hacía los niños.
Por ejemplo: justificar que te peguen, me parece brutal y muchos padres de familia dicen, «total le meto un cocacho». Eso no se debe hacer, hay otras maneras de castigar. Se debe hacer campañas de tomas de conciencia para que los varones se quiten estas ideas erradas
Las mujeres somos autónomas, ese querer apoderarse todo del otro es imposible, nos produce ansiedad. El poder que tiene el otro sobre ti, es el que tú le estás dando, por eso las mujeres tenemos que ser conscientes también de eso.
El estado peruano y la población tenemos que ayudar a una mujer que está en una situación de violencia; lo que necesita una mujer así es que la abracen y la escuchen y que pueda llorar.

Entrevista de nuestra colaboradora; Carmen Vásquez Uriol. Fotos: Víctor Sánchez Ugaz
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