Uno de los escritores extranjeros invitados a la FILT 2018 es Andrés Montero Labbé, un joven valor de la literatura sudamericana. Te invitamos a conocer su particular visión del cuento y sus alrededores.
Andrés Montero Labbé tiene menos de treinta años y lleva una importante carrera literaria. Esto le ha permitido ganar el Concurso de Cuentos de la Casa de América (2007); el Concurso de Cuentos Revista Paula (2010); obtener el Premio Clarín de Novela en Argentina (2014); ser finalista en el Premio Barco de Vapor (2017); así también logró el Premio Teresa Hamel(2009). En el 2015 recibe el Premio de Oña y para sorpresa suya el distinguido X Premio de Novela Iberoamericana Elena Poniatowska (2017), lo que le ha catapultado como uno de los escritores chilenos revelación.

Los viajes y la vida
A los cuatro años esperaba con ansias escuchar las interminables historias de su padre; con cinco años aprendió a leer; a los ocho escribió su primer cuento titulado “La broma de Lucas”… entonces decidió ser escritor, pero había algo más que le faltaba y era viajar.
A los veintiún años emprendió su etapa de mochilero para saber enfrentar la vida con un plato de comida y una frazada. Así pasaron los meses hasta que en Argentina intentaron robarle su guitarra y viajó a Perú, a la ciudad del Cusco, al mismo ombligo del mundo, y como no lo dejaban tocar, decidió tomar otros rumbos. Pero pasó lo que tenía que pasar y es que cuando el reloj marcaba las doce se desata una tormenta entre Arequipa y Tacna, lo que produce un choque; cuando lo recuerda cierra los ojos y exclama: “¡Me rompí la cara!”.
Y tuvo que regresar a su patria. “Fue una locura”, recuerda, pero tras esa llamada locura se hizo escritor; con tan solo veintidós años logró publicar su primer libro “La inútil perfección y otros cuentos sepiosos”. Escrito en su etapa adolescente y con una gran influencia de Cortázar; eso sí, con un cigarro en mano, café y quizá muchas noches de insomnio.

«Tony Ninguno»
— “Si no hubieras ganado el concurso de la Universidad Andrés Bello en quinto año ¿Seguirías siendo escritor?”. Andrés muy seguro dice: — “Siempre. Jamás dejaría de escribir”. Ni tampoco de contar, y pese a que estudió Historia y Literatura, solo estuvo en la universidad por dos semestres; luego se dedicó a su vida, la escritura. “Para ser escritor no hay necesidad de ir a la universidad ¿Cierto?”. Abre un poco más los ojos y dice: “Sí, pero con eso no estoy diciendo que tampoco no vayan a la universidad (risas)”.
Sobre el sentido de la vida se cuestiona sobre el tiempo que uno invierte en esta:
—¿Qué sentido crees que le estamos dando a la vida en estos tiempos?
— Yo siempre trato de cuestionar que la imaginación se está dejando de lado por el uso de medios que la interrumpen.
— ¿Y eso entorpece al ser humano?
— Claro, porque la imaginación va a cambiar al mundo
Esa misma imaginación es lo que le permitió obtener el reconocido premio Elena Poniatowska por su libro “Tony Ninguno”. —“¿Eres tú ese personaje que ahora viaja por el mundo contando historias a través de “La Matrioska”? y sonriente responde: “No, de hecho fue difícil contar en voz femenina, quizá influenció en el arte de contar historias pero no soy ese personaje”.

«La Matrioska»
Acerca de por qué escribe, toda la explicación lo tiene la ficción; con esta, las cosas que salen mal en la vida real pueden salir bien en las realidades que crea.
— ¿Por qué para ser más feliz hay que ser un genial mentiroso?
— Es necesario ser capaz de inventarse historias que hagan la existencia entretenida y llevadera.
Y esa historia entretenida y que además es digna de un cuento es cuando conoció a Nicole y empezaron a salir tras su locura de viaje. “Nos hicimos pololos”, dice. Hoy llevan más de seis años contando historias en Latinoamérica a través de “La Matrioska”; que al igual que las muñecas rusas, dentro de cada uno de sus cuentos encajan otros que revaloran el patrimonio cultural.
— “¿Crees que con ‘La Matrioska’ estás cambiando estilos de vida? — “Sí, porque hemos logrado que las personas se entretengan con las palabras y que no dependan de la tecnología, lo cual no está mal, pero se puede vivir sin eso”. Es entonces cuando reflexiona, menciona que él busca las historias y en otras ocasiones las historias le llegan. Y es que este escritor trotamundos considera que la lectura no debe ser obligatoria. “Uno se entusiasma por querer leer algo porque lo escucha. El poder está en el arte de contar y esto motiva a que uno se interese por la lectura”.

El poder de las historias
Dentro de sus próximas producciones literarias se encuentra “¿Por qué contar cuentos en el siglo XXI?». Algo que asume con mucha responsabilidad y que considera no se debe tomar , al igual que la lectura. “El problema no es que no lean sino qué leen”. De ahí el poder de contar historias y querer cambiar el mundo a través de estas.
De tez blanca, ojos marrones, cabello ondulado, con barba, casaca y jeans; Andrés Montero Labbé tiene aún veintiocho años y está hecho, como bien decía Eduardo Galeano, de historias, las cuales, al igual que la vida, llegarán a un encuentro.

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