El joven cineasta Salomón Pérez narra sus proyectos recientes; cree que se pueden desarrollar producciones cinematográficas de calidad en Trujillo.
Estudió tres años en la Escuela Cantonal de Arte de Lausana (ECAL) en Suiza; realizó un intercambio en el Instituto Nacional de Imagen y Sonido en Canadá y otro en La Fémis de París. Salomón Pérez es cineasta y director de cortometrajes como “Trilogie”, “La búsqueda”, “Coleccionistas” y “La historia quebrada”. Actualmente se encuentra trabajando en su primera película “En medio del laberinto”, es promotor en el Festival de Cine de Trujillo y encargado del Cine Club de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad César Vallejo.

Al lado del escritorio de Salomón se observan diversos pósteres de películas y cortos. El ambiente es invadido por cierto desorden de muchachos que interrumpen la tranquilidad de su oficina, entonces guarda su laptop y cierra la ventana, al mismo tiempo que dice ”Mucha bulla” y sonríe.
Amante de las colecciones, el skate, la música punk y, por supuesto, el cine. Salomón se dio cuenta que este último forma gran parte de su existencia; desde ahí, su vida se sumergió en el mundo del séptimo arte. A través de este, ha encontrado la forma de comunicarse, donde el silencio y la realidad configuran en un mismo espacio.
La charla
¿En qué momento el cine se convirtió en parte de tu vida?
Cuando yo tenía dieciocho años me puse a filmar vídeos de skates con mis amigos y poco a poco fui descubriendo la cámara, la edición; luego me enteré del guion y eso… pero no era un fanático del cine. En ese momento mi idea era más de hacer publicidad, pero me gustaba filmar, todo era súper autodidacta; no sabía los cargos ni el organigrama que se ve en una grabación.
Después, cuando estaba en décimo ciclo, trabajaba en UCV Satelital (ahora TVCosmos). Ahí me di cuenta que me empezó a gustar el cine y al poco tiempo hice un corto que lo grabé en Suiza; que justo coincidió con un viaje que hice. En ese entonces, una amiga también estudiaba algo similar a comunicaciones, me consiguió la gente y grabé un corto experimental.

Siempre has estado relacionado con Suiza
Sin querer sí. La primera vez que fui a Suiza fui básicamente a visitarla en un viaje después de acabar la universidad; había ahorrado en todo el tiempo que había estado trabajando y cuando estuve en Suiza escuché sobre la escuela (ECAL) que me llamó la atención. Luego, cuando regresé, vine con la idea de postular y ver qué pasaba.
Antes de cortometrajes como”Trilogie” y “La Búsqueda”, tú ya habías realizado otros trabajos como “La Rampa del Cerrito”, “Cuando las flores suenan” y “Los Marsupiales”
“La Rampa del cerrito” es más como un vídeo que hicimos para recaudar fondos para una ONG británica, «Otra Cosa Network». Y bueno, supongo que se siente el lenguaje documental, pero no era la idea que sea un documental.
Cuéntanos un poco acerca de “Cuando las flores suenan” y “Los marsupiales”
“Cuando las flores suenan” era la idea de un corto pero nunca grabé el corto; era como un tráiler de algo que quería hacer… es más creo que voy a rehacer esa historia, solo el nombre lo voy a mantener, voy a usar el nombre para una película. Y “Los Marsupiales” es un proyecto de experimentación en 35 milímetros, siempre me ha gustado experimentar con texturas. Ahora, últimamente, he estado grabando con una canon T3i. Me parece que es importante en estos tiempos porque es como una cámara que todos tienen a la mano; considero un error de la gente que teniendo esa cámara piensen que recién harán cine cuando tengan una cámara de cine y en realidad eso no importa, el lenguaje es lo importante.
¿El cortometraje “Trilogie” lo presentaste en algún concurso?
Lo presenté en un festival en Lima de cine y poesía porque es medio poético, aunque no tiene una historia concreta.
Después vino “La Búsqueda”
“La Búsqueda” es una comparación del Alzheimer como persona, como ser querido y como ciudad. En como la ciudad te olvida o tú la olvidas.
¿Cuánto tiempo te tomó rodar el corto?
Lo escribí antes de “Trilogie”, fue un mes de producción y en grabación dos días.
Contaste con la colaboración de Fernando Bacilio y Vicente Sánchez
Claro, también actuó Christian Gómez. A él ya lo había visto actuar en un spot y fue mi jefe cuando trabajaba en el canal.
Te fue fácil conseguir a los personajes
Sí, en su mayoría eran amigos; también estuvo Bacilio. Yo a él lo conocí en un micro.
¿Cómo?
Justo yo me iba a Suiza y lo encontré en un micro y no sabía que decirle. Él había ganado un premio y no sabía cómo acercarme. Al final lo saludé, me presenté y le comenté que era amigo de una sobrina suya y conversamos; pero luego me fui a Suiza y cuando regresé no sabía cómo encontrarlo, sabía que era profesor en el DEPU (Dirección de Extensión y Proyección Universitaria) y en la Escuela Superior de Arte Dramático “Virgilio Rodríguez Nache”. Fui a verlo y nunca lo encontré. Hasta que un día cuando iba al cementerio a dejar la carta para el corto me encuentro a Bacilio caminando, lo saludo y le dije ”Te acuerdas que te comenté que tenía un proyecto”, “ah, sí”, “para hablar ¿que día puedes?”. Nos encontramos en el Ministerio de Cultura… y Bacilio sin querer está saliendo en todo lo que hago.
Bastante anecdótico. ¿Cuál fue ese momento decisivo en que comenzaste a empacar tus maletas e irte a Suiza a estudiar?
Cuando postulé a ECAL, yo pensé que no lo iba hacer, era más como un intento para ver si estaba al nivel de una escuela de cine porque todo lo que había aprendido era autodidacta. Fueron cinco pruebas y cuando hice la entrevista me propusieron entrar directo a segundo año porque les había gustado mis trabajos, entonces no lo pensé y dije “ya me voy”. Por suerte mi familia me ayudó.
¿Tuviste que vender tus cosas así como en tu corto “Coleccionistas”?
Sí, porque no sabía que iba a pasar luego; no los vendí por dinero en sí, sino que sabía que me iba a ir y mi vida era 48 kilos; eran las dos maletas que tenía que llevar por orden del aeropuerto. Una maleta y media sabía que era mi ropa y la otra mitad mis trípodes, cosas de cámara, entonces sabía que no podía llevarme esas cosas como mis discos porque mi familia lo iba a tener guardado, entonces por la humedad se iban a malograr, lo mejor fue venderlos y empezar de cero en Suiza. En realidad, no sabía si me iba a quedar o regresar, no estaba seguro de lo que iba a pasar, pero al final decidí regresar.
¿Y cuándo estuviste en Suiza?
Tuve suerte porque de frente conseguí trabajos en comunicaciones. Me sorprendió porque pensé que mi título no valía allá, pero como era comunicaciones y arte lo tomaron normal. Después, la vida era súper cara. Yo pagaba mil dólares por un cuarto que era la mitad de esto (su oficina), acá yo podía alquilar una casa, pero allá como que tenía limitaciones por el espacio; no me gustaba pero la vida allá es diferente y eso hay que respetarlo. Suiza es un país muy bonito, me gustó mucho, quizás es el mejor país que he visitado; hay mucha cultura cívica. A mí no me gusta la bulla y allá no hay eso.
Se nota en los cortometrajes
Sí, no me gusta mucho la bulla (risas), pero no me había dado cuenta que se notaba. Me gustan las cosas silenciosas, entonces Suiza tiene mucho de eso.
A parte del silencio ¿qué más tratas de demostrar en tus cortos?
Me gusta que no haya cosas muy imaginativas, que sea real. Por ejemplo en mi película “En medio del laberinto”, la primera que estoy haciendo, algunos me dijeron que le gusta que sea así, contemplativa, otros no, porque les desesperan las escenas largas. Eso depende, muchas veces no todos coinciden con lo mismo y es importante que exista esto porque refuerzan tu trabajo. Tal vez cuando todos dicen que tu película es buena es porque tal vez no es tan buena como muchos dicen.
Hay algunos que el silencio les parece aburrido
Mi papá siempre que ve mis cosas me dice “está muy aburrida, le falta sentimiento”. Recuerdo, cuando era niño, mi papá nos contaba historias y yo lo veía como películas inventadas. Por ejemplo una noche me echaba con él y mi papá nos contaba unas historias horas tras horas. Pienso que mi papá hubiera hecho buenas películas de comedia. Ahora siempre que hago algo le muestro a mi papá.
Es tu principal crítico
Me da una buena crítica comercial que es valorable también.
¿Y de qué manera influenciaron en ti lo estudios que realizaste en Suiza?
Mucho. Yo recuerdo que llegué pensando que sabía o conocía algo y al final me di cuenta que no sabía nada. Es una carrera súper larga donde uno se va formando con el tiempo, es infinito, pienso. Por ejemplo: ahorita grabé una película sobre un skater que se ha enamorado de una chica que le gusta dibujar antenas y ahora quiero escribir sobre un profesor de fútbol para niños; entonces pienso que el cine te permite aprender de muchos mundos, de involucrarte en cosas y mañana quiero hacer una película sobre telescopios, voy a aprender cosas del espacio.

Es como ser escritor
Sí, es un constante aprendizaje de la vida. El cine no se aprende así no más; es aprender a observar los mundos, los ritmos de las personas, aprender a observar sus vidas, hacia adentro también.
Estudiar en Suiza te permitió tener intercambios.
Tuve un intercambio en Canadá con el Instituto Nacional de Imagen y Sonido que coincidió con el Festival del Nuevo Cine de Montreal. Yo estuve como parte de ese festival junto a mis compañeros de clases y teníamos master class con algunos cineastas y podíamos conversar sobre sus películas. Estábamos encargados de hacer como la parte visual de todo el festival, grabar entrevistas con los directores, teníamos un taller de edición y todo.
Después en La Fémis en París, Francia, fue cuando yo hice “La Historia Quebrada”; un grupo de alumnos tuvo la oportunidad de hacer la postproducción de sonido a las salas de La Fémis. Mi corto fue seleccionado y trabajé con un montajista de la escuela como un mes trabajando en la película y nosotros estuvimos como un mes trabajando la mezcla de sonido. Son cosas realmente buenas las que aprendí.
Y con los estudios que tomaste ¿qué mirada tienes del cine peruano?
Me gusta el cine peruano, no tiene mucho que envidiar. Es un cine que está creciendo, se está democratizando, está siendo revalorizado por la gente que es lo principal y considero que hay directores súper buenos. Por ejemplo, Josué Méndez de “Días de Santiago”, está también un cineasta que valoro mucho su trabajo que es Omar Forero; otro cineasta es Héctor Gálvez. De ahí considero que las películas que se está haciendo ahora son buenas, claro que hay de todo, pero eso pasa en todos los países.
Con respecto al nivel de producción ¿Qué diferencias hay entre una producción nacional y otra internacional?
Depende, también es cuestión de fondos. A veces ellos trabajan con mucho más dinero que acá, pero al final tu podrás usar la cámara que podrás usar, podrás tener el dinero que querrás tener, pero si la película no es fuerte, de nada sirvió la cámara, los actores, el dinero; mientras la historia sea buena, pienso que el cine es bueno. No importa el material, lo importante es que cuente una historia que sea cercana a la gente.
Anteriormente comentaste que al cine peruano le faltan espectadores
Pienso que en la época de mi madre, y por lo que me decía, las películas de Lombardi, por ejemplo, tenían mayores espectadores; si bien es cierto hay otras prioridades hoy en día, de hecho el cine es importante pero tampoco es lo más importante del mundo. Hay otros problemas que son más urgentes y entonces el cine, igual que la literatura y todo, sirve para mantener la memoria. Los cineastas son libres de contar lo que ellos quieran; el cine es imaginación también. Ahora, como ya tenemos un Festival de Cine de Trujillo, hay acceso a un cine que es diferente, no tan convencional como los que ponen los cines comerciales, entonces creo que poco a poco el espectador se va habituando y es importante que la gente se forme culturalmente y vea cosas un poco más trascendentales de diversos directores.
Para finalizar ¿qué proyecciones tienes?
Voy a empezar a escribir una película que se va a llamar “Cuando las flores suenan” y la de un profesor de fútbol. De ahí estoy como programador del Festival de Cine de Trujillo, estoy a cargo del Cine Club de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UCV, también trabajé en la película de Omar Forero “Casos Complejos” y estamos esperando cuándo se estrenan. El cine se mueve un poco lento a veces pero siempre está activo.
* Entrevista de nuestra colaboradora Carmen Vásquez Uriol
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