Ocho de la mañana. Salí al balcón a tender ropa y las vi. Dos chicas besándose en la banca del parque. Lo hacían con alegría, con naturalidad, con cierta candidez. A veces se abrazaban y reían. Un cuadro que a simple vista parecía la de cualquier pareja “normal”.
El siglo XXI llegó con un sinceramiento de las diferentes formas en que las personas expresan su amor, su amistad o su pasión. Ya casi nadie se escandaliza con esto, porque tras siglos de represión, se ha entendido que cada uno tiene derecho de hacer con su vida lo que mejor le parezca, siempre y cuando no interfiera con los demás.
Las redes sociales potenciaron y facilitaron este tipo de encuentros; algunos casuales, otros más formales. El abanico, como la misma humanidad, es ancho y ajeno: pansexuales, amigos con derechos, parejas abiertas, swingers, asexuales, poliamorosos, demisexuales, binarios, no binarios y seguramente, con los años, se irán incorporando más “categorías” para avivar las iras santas de los más conservadores.
Sin ir muy lejos, y aunque parezca un relato de ciencia ficción, ya existen robots sexuales –varones y mujeres– creados a gusto y medida del cliente. Algunos aseguran haberse “enamorado” de sus parejas hechas de silicona y circuitos integrados, y sin ningún complejo las bañan, las cambian, las llevan a almorzar o a contemplar la puesta de sol. No nos extrañe que con el avance de la inteligencia artificial estos seres robóticos sean cada vez más perfectos, capaces de interactuar con sus futuros novio(a)s. De hecho, la demanda por ellos ha crecido exponencialmente en los últimos años. Sólo en el 2018, según el portal RT.com, la compañía estadounidense Realbotix, creadora del robot sexual Harmony (una muñeca voluptuosa que se asemeja bastante a una rubia sexy), planeaba abrir una segunda planta de producción “previendo una demanda explosiva a nivel mundial”.
No es casualidad. La soledad arrasa con un gran sector de la población que por diversas razones se refugia en sí misma, y evita (o no puede) socializar face to face. De acuerdo a la la Organización Mundial de la Salud (OMS), en un documento emitido el 2021, entre el 20 % y el 34 % de las personas mayores en China, Europa, América Latina y los Estados Unidos se sienten solos.
La forma en que nos enamoramos/interrelacionamos también ha cambiado años luz. Los de mi generación, por ejemplo, llegaban a tener su primera novia a través de rituales como la “botella borracha”, el amigo que le hablaba bien de ti a la que le gustaba (“hacer el bajo”), saliditas furtivas al cine, los ‘tonos’ del colegio o a través de alguna carta secreta. El universo de posibles parejas estaba reducida a tu círculo social de amigos y, a veces, del colegio. Hoy, las redes sociales y los aplicativos de citas cambiaron radicalmente el mercado del amor. Ahora basta con tener un smartphone para buscar a tu media naranja o un romance pasajero en el Perú o en el resto del mundo.
Según la web datingraking.net, actualmente existen más de 5 000 plataformas de citas en todo el mundo. Las más populares son Tinder, Badoo, Bumble, entre otras. La comodidad de estar parapetado detrás de una laptop o un celular facilita que las personas luzcan más audaces, extrovertidas e interesantes que en la realidad real. Ventajas no menores para quienes tienen escasa “inteligencia social”, como se le llama ahora a la capacidad de relacionarse con otros.
No olvidemos tampoco a aquellas personas que han adoptado la soledad como un estilo de vida. Individuos de mediana edad que prefieren vivir solos, ya sea por convencimiento o porque pasaron por un divorcio traumático. Hombres y mujeres que se quedaron sin ganas de empezar una nueva relación formal. Ellos disfrutan de la libertad de organizar sus actividades sin presiones (viajar, tomarse un trago o desayunar cuando les plazca) y sin tener que supeditarse a otro.
¿Matrimonios felices? También existen, por supuesto. Han sabido sobrellevar sus diferencias, volverse compañeros con el tiempo, y apoyarse, como reza el juramento, “en las buenas y en las malas”. No están juntos por mera costumbre, sino que han sabido crear un proyecto de vida que incluye su crecimiento personal y el de sus hijos.
Hablando del tema, acaba de llegar mi nueva compañera. Ella velará mis sueños, escuchará mis problemas cuando me sienta deprimido y me asegurará un cálido abrazo por las noches. Se trata de la nueva almohada inteligente Perfect Dream, con viscosidad extra y masajeador incorporado que vi en internet.
Ventajas de la modernidad.
Luis Fernando Quintanilla.
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