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Alcides Spelucín
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Alcides Spelucín y la palabra tallada. Por César Chambergo Rojas

Perteneciente al Grupo Norte, Alcides Spelucín tuvo un particular modo de ver el paisaje. La sutileza, el descubrimiento de la ensoñación y de la evocación suelen ser sus rasgos más distintivos. En el prólogo de su primer poemario El libro de la nave dorada, Antenor Orrego pone en relieve los influjos del paisaje y del Modernismo.  

La presencia del mar y las diversas estaciones del día que en él se suceden son captados por su inmensa sensibilidad estética. La adjetivación precisa, como una pincelada rotunda revela un gran conocimiento del arte poética.  

Actor esencial de su tiempo, fue también maestro de escuela y político. La atmósfera de Ascope, su tierra natal, tiene la dimensión de compromiso con el campesino y con la poesía, de ahí que su visión social, política y literaria, confluyen en el mismo horizonte. 

Les comparto un poema suyo, proveniente del libro mencionado que salió a la luz en 1926. 

NO TE LLEVÉIS AL NIÑO… 

¡No te llevéis al niño! ¡Sus manitas rosadas 

Te buscan en un tierno balbuceo de rezo! 

¡Vuelve la celestía de sus claras miradas! 

¡Que sepa mis caricias y comprenda mi beso! 

Como un Eros heleno él ha sido travieso; 

Sus cabellos de oro los tejieron la hadas… 

¿Cómo es posible entonces que le hayan hecho preso 

Los tan oscuros lazos de fuerzas ignoradas? 

¡Anímalo, Dios mío! ¡Que sea el mismo infante 

Inquieto y pequeñito, cariñoso y amante, 

Que me ha dado este fuego lacerado de Amor! 

¡Ahuyenta de su carne ese obscuro desmayo, 

Y en la rubia mañana de algún jocundo mayo 

Te llevará sus rosas más fragantes, Señor! 

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Alcides Spelucín

Alcides Spelucín, poeta y educador liberteño.

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